Lo que me gustaría escuchar decir a Esperanza Aguirre

jueves, 29 de julio de 2010

Han prohibido las tauromaquias en Cataluña. Las voces más absurdas de este ya de por sí absurdo país se alzan para protestar por el "recorte de libertades" al que se ha sometido al pueblo catalán. No recuerdo esas voces quejándose cuando prohibieron el botellón porque molestaba a los vecinos. Debe ser que a los toros no les molesta que les toreen.
En fin... antes de pasar al tema, solo recordar a nuestros queridos lectores que hoy se está debatiendo la reforma laboral en el parlamento, que no se obcequen demasiado con lo de los toros porque hoy es cuando de verdad nos roban el bocadillo.
La declaración de Esperanza Aguirre fue la siguiente:

"Todos sabemos que no tiene nada que ver con la protección del medio ambiente, porque nadie cuida más la naturaleza que los criadores de toros bravos, ni tampoco con el maltrato de los animales, porque no hay animal en el mundo que reciba más cuidados que el toro bravo"


Pues bien, si en el reino de los animales se puede torturar y asesinar a un animal solo porque previamente se le ha tratado con muchos privilegios, en el mundo de los hombre, ¿quién vive en la misma situación?
Efectimente: los políticos.
Lo que me gustaría oír de la boca de la presidenta de Madrid es la siguiente frase:

"Todos sabemos que no importa torturar y ejecutar a un político, ya que no tiene nada que ver con el maltrato a una persona; todos sabemos que no hay sistema que lo cuide mejor en el mundo que la democracia parlamentaria, es el ciudadano que mejor vive. No tiene nada que ver con los derechos humanos, los torturadores son los que más cuidan estos derechos".

Creo que el mejor toro es un toro vivo

Para poner la puntilla, Esperanza Aguirre, la amiga de los niños dijo que se trata de un "bien cultural". Me sorprende eso de una persona que piensa que "Sara Mago" es una bailaora. El testimonio.
Como indica la autora de este blog, Esperanza Aguirre no ha leído esta declaración de la Unesco...

“La cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden”.


¿Qué fue del derecho a copia de seguridad?

lunes, 26 de julio de 2010
Allá en los '90 recuerdo haberme comprado en un kiosko una serie de fascículos con videojuegos famosos (Indiana Jones y la última Cruzada, Monkey Island, qué tiempos aquellos). Recuerdo perfectamente haber leído las instrucciones con pueril atención y haber instalado el videojuego en C: con todo el cuidado del mundo. Pero antes, las instrucciones recomendaban encarecidamente hacer una copia de seguridad del disco flexible. Un simple imán, el scanner de un aeropuerto, un cambio de tensión en la red... casi cualquier cosa habría alterado fatalmente el fantástico juego que cuatro disquetes de un mega y medio almacenaban en su interior.
Diez años después, me decidía a comprar la Xbox 360 y empezar a forjas clásicos modernos: Call of Duty, Red Dead Redemption, GTA IV y otros...
Obviamente si a un cd le pones un imán al lado no pasa nada. Pero ya todos los usuarios de la Xbox sabemos que la consola de Microsoft no es precisamente el aparato mejor diseñado por el hombre. No solo la temida luz roja que pillaba la máquina; me refiero a que el cd que está dentro de la consola tiene menos estabilidad que un niño en una noria, y que al mínimo movimiento tectónico el lector se lanza voraz sobre el disco y ¡oh! lo raya irremisiblemente.
Me ha pasado dos veces, con el Call of Duty, que compré de segunda mano, y con el Red Dead, que me regalaron por mi cumpleaños. Con el primero no me molestó tanto, porque ya me había pasado el juego y la verdad es que tomar el Reichstag una y otra vez es algo repetitivo. ¡Pero el Red Dead! El Red Dead Redemption casi me ha hecho llorar más de una vez. ¡No es justo!
Sin embargo, los ordenadores actuales tienen la capacidad para copiar un simple cd, aunque sea de doble capa y esas cosas, y así asegurarnos de que aunque se raye un poquito el original, siempre tendremos la posibilidad de seguir jugando con nuestra copia.
El problema es que si haces eso, Microsoft te detecta por internet y te banea de Xbox Live, que es la plataforma de juego online... a la que estamos viciados mi hermano y yo.
En otras palabras: Microsoft, tratando de acabar con la piratería (acto ilegal de comprar un cd copiado), lo que hace es impedir mi derecho a tener una copia de seguridad. El caso se agrava cuando el hardware de Microsoft no es demaisado seguro.
Hablando claro: todo el mundo ha pirateado. Yo he pirateado. A día de hoy me he bajado más de 200 capítulos de Star Trek sin pagar un duro a Gene Roddenberry. Aunque bien pensado, Roddenberry está muerto y no creo que le importe mucho que utilice su producto sin pagar...
Pero lo que me jode de sobremanera es que se me impida ejercer un derecho mío, o que se me persiga como delincuente por un acto que yo no he cometido, porque mis juegos de la Xbox, a pesar de estar rayados, son originales.
Putos todos.
He hablado.

John Marston, el caso de un hombre inocente perseguido por la justicia

Pd. Mi hermano ha untado pasta de dientes en ambos cedés, y quién sabe cómo ni por qué, vuelven a funcionar... ¡Bendita picardía!

No todos los cochistas sois iguales

viernes, 23 de julio de 2010
Llevo unos cuantos artículos narrando las desdichas de mi pobre bicicleta enfrentada contra el salvaje y atroz tráfico madrileño.
Hoy quiero contar un pequeño incidente que acabo de tener, para hacer justicia con los conductores de Madrid:
No todos los cochistas son caníbales devoradores de ciclistas.

Yepa! Por suerte no todos son así...

Porque tengo una desmesurada tendencia a exagerar cuando se trata de cochistas. A raíz de los comentarios en el artículo anterior, tengo que reconocer que me pasé: los autobuses son necesarios, e incluso un cierto porcentaje de coches son estrictamente necesarios (he leído por ahí que el 20% de los desplazamientos en coche son imposibles o muy difíciles de suprimir, como los transportes de la gente que trabaja en varios sitios alejados, los de la gente mayor, o cuando necesitas pintar todas las paredes de tu casa de amarillo chillón y tienes que ir a Leroy Merlin a por pintura). Digamos que yo hablaba del 80% restante, y dejemos el tema ahí, antes de que algún troll salte diciendo que en los coches que van solos a las 9 de la mañana por la m-30 solo van montadas ancianitas camino de las urgencias del 12 de Octubre.

Dicho esto, la anécdota...
Intentaba hacer con la bicicleta una rotonda, esta en concreto, y tomar la segunda salida. Las rotondas son el gran enemigo de las bicicletas, excepto para un pequeño grupo de pervertidos a los que les pone cachondos plantarse delante de un coche y hacerle frenar (dentro de los cuales me encuentro), porque siempre hay algún despistado/listillo que quiere coger la salida desde un carril de la izquierda. Esto no solo está desaconsejado, sino que no se puede hacer, y menos aún cuando en el carril de la derecha va un ciclista, por el mero hecho de que no tenemos el esqueleto de adamantium, como Wolverine, y no resistimos muy bien las embestidas laterales de las camionetas de reparto.
Lo que sucedió es que un conductor cuyo cerebro estaba hecho de antimateria quiso incorporarse desde la izquierda, y se topó con que yo estaba en el carril de su derecha, circulando tranquilamente y sin intención de dejarle pasar. Como veis, no le temo a la muerte.
Cuando logró pasar, después de mí y de joder al coche que venía detrás, paró el batmóvil en el medio de la calle (colapsando la rotonda), para asomarse por la ventana a lanzarme apasionados piropos. Muy apasionados.
La historia acaba con que en el siguiente semáforo vino otra camioneta de reparto y un señor se asomó a la ventanilla para tratar de consolar mi dañada autoestima:
-No te preocupes chaval, yo lo he visto todo y no tenía ninguna razón.
Después de escuchar una y otra vez la misma tonada de "los ciclistas vais sin cabeza, os saltáis todos los semáforos", escuchar esas palabras es muy reconfortante.
Si por casualidad me lees, heroico piloto...

que los atascos no te alcancen!!!


El día que dije NO a mi comunidad

martes, 20 de julio de 2010
El 28 de Octubre de 1940, Italia dio un ultimátum a Grecia: querían ocupar posiciones militares estratégicas en el país heleno. El general Metaxas respondió con un simple "NO", que se celebra actualmente cada año en la fiesta del "oxi mera" (día del no). Obviamente, a continuación el país fue invadido y derrotado por las fuerzas del fascismo... pero lo importante es la intención.

La semana pasada ocurrió una cosa fascinante en mi comunidad de vecinos.
Con el calor del verano, las huelgas de metro y el alucinante precio del metrobús madrileño, estoy cogiendo la bicicleta para todos mis desplazamientos, lo que supone entre 4 y 6 viajes todos los días. Cada vecino tiene un pequeño trastero subterráneo de unos 4 metros cuadrados, lugar donde dejaba la bicicleta. El problema es que para llegar al trastero hay que bajar unas escaleras un poco incómodas, atravesar el angosto pasillo del sótano, y hacer malabares para dejar la bicicleta en el pequeño zulo del trastero.
Así que decidí dejarla en el patio.
Para que no haya confusiones, diré que el patio tiene como 1000 metros cuadraros, ya que ocupa toda la planta baja de la casa, ya que es un edificio elevado tipo Lecorbusier, y el patio interior, donde hay una piscina. Más de 1000 metros cuadrados, lo digo sin miedo a pasarme, aunque no sé cuál es la medida exacta. ¿Quizás 2000? No lo sé. Cabe decir también que bajo este espacio inmenso hay dos pisos de garaje dedicados al exclusivo almacenamiento de coches.
La bicicleta la dejo en una esquina inútil, no transitada y apenas visible, detrás de un portal, donde los niños a veces juegan a la pelota bajo la atenta mirada de un cartel que prohíbe jugar a la pelota.
El fascinante acontecimiento es que me llamó el portero para decirme que el presidente me andaba buscando enfadado como una mona, porque la bicicleta molestaba a los vecinos.
Cierto es que la bicicleta había dormido ahí ya varias noches seguidas, así que, prudentemente, la escondí en el sótano.

Oxi bicis...

Pero hoy he llegado a casa a las once de la mañana, y voy a volver a salir a las cinco. ¿Molesta tanto una bicicleta en una esquina invisible de la comunidad? Pues parece ser que sí, porque el portero me ha vuelto a llamar para que la quite. Pero, emulando a Metaxas, le he respondido firmemente un
NO

Le he dicho que si el presidente quiere, que suba a mi casa a discutir los términos. Como dijo Metaxas después del OXI, c'est la guerre...

Para acabar, quería felicitarle la victoria de España en el mundial a mis vecinos. Seguro que durante unos días, hizo de sus aburridas vidas algo un poco más interesante.

Más capítulos próximamente...

2005-2010 Cinco años en bici por Madrid (y sigo vivo)

martes, 13 de julio de 2010
Quería agradecérselo a todos los que me han cedido el paso estos cinco años...
La aventura empezó cuando se me acabó el abono joven, que por aquel entonces era aún hasta los veintiún años nada más. Entonces me compré una bicicleta de segunda mano en el Cash Converters de Manuel Becerra por unos 60 euros...
Así empecé mi periplo: al principio por la acera y los parques, hoy ya sin ningún miedo por el medio de la calle. El camino original era de San Blas a Ciudad Universitaria, ida y vuelta, 23 kilómetros de pura cuesta. En estos cinco años calculo que habré hecho entre 15.000 y 20.000 kilómetros en bicicleta, a una media de algo más de cinco kilómetros al día, aunque es imposible saberlo. Más o menos una tercera parte del perímetro de la Tierra.
He usado un total de cinco bicicletas, dos de las cuales han sido robadas, una regalada a la prima de una amiga en Rumanía, y otra jubilada por vieja.
No he tenido más que un pequeño golpe en estos cinco años: un golpe con una puerta abierta en una calle al lado de Delicias, que se saldó con una madre histérica que pensaba que su hija había sido asesinada por mí (su hija estaba sentada en el asiento de atrás, contemplando atónita la escena) y unas rozaduras en el brazo por la caída.
El saldo es muy positivo. Estas son las conclusiones a las que he llegado:
1- El coche no es necesario en la ciudad. Y si me aprietas, tampoco los autobuses. En el último mes tampoco he utilizado el metro ni una sola vez. Pero repito, lo que sí que está claro es esto: el coche no es necesario. A menos que uno desempeñe un trabajo en el que tenga que llevar herramientas en una camioneta, el coche no es necesario. La mayoría de los coches que he visto, además, siempre van ocupados solo por una persona.
2- Cuando la ciudad se colapsa los conductores echan la culpa al ciclista que pasa a su lado. Por que los "ralentiza". Incluso si hay coches en segunda fila, el que no deja pasar es la bicicleta. Creo que la culpa la tienen los anuncios de coches de por la noche.
3- Al gobierno se la pela la bicicleta. Es más, el gobierno no quiere bicicletas en las calles, quiere coches. Así lo demuestra el plan 2000e, que subvenciona coches, coches y más coches (y que por cierto, sospecho que es más caro que el dinero que van a ahorrar el año que viene con la reducción de puestos en la investigación pública). Nuestra sociedad no depende de los coches, sino que los han convertido en el centro de producción, consumo y transporte de todo el sistema.
4- Los ciclistas no solo están desprotegidos ante el tráfico (tantra que se repite una y otra vez en el mundo ciclista y con el que no estoy completamente de acuerdo), sino que los robos de bicicleta ni se persiguen ni se investigan. Esta conclusión la saqué cuando intentaron robarme la bicicleta a plena luz del día delante de la casa encendida, a menos de 500 metros de una comisaría de policía. Y solo una vez he escuchado que hayan cogido a un ladrón de bicicletas (en Las Rozas, eso sí. ¿Por qué será?).
5- Quinto y último, un carril bici en Madrid solucionaría muchos problemas, pero no es la panacea. Y me refiero a una carril bici de verdad, que llevase de norte a sur y de este a oeste, no la absurda circunvalación del anillo ciclista. Algo que fuese por el Castellana-Prado-Recoletos-Delicias y por la Gran Vía, ayudaría mucho, pero la única medida que de verdad funcionaría sería reducir drásticamente y por ley el tráfico rodado en la ciudad, entorno a un 50-60%, obligando a la gente a tomar medios de transporte alternativos.

Y dicho lo dicho, os enseño una foto de mi amada:


¡Salud, y bicicletas!

Quien ríe el último ríe mejor, Merkel

jueves, 8 de julio de 2010



No soy un gran aficionado al fútbol, ni a la política, pero lo que sí me gusta de verdad es la justicia poética, es decir, en este caso, ver cómo a la gente se la meten doblada después de haber sido un bocazas.
Supongo que si alguno sigue las noticias o echa un vistazo de vez en cuando menéame, estará enterado de que Alemania (cuando digo Alemania me refiero más a los políticos, a la Merkel y a los peces gordos) ha estado tirando mierda sin parar sobre España. Dos ejemplos los podéis comprobara aquí y aquí.
Pero da la casualidad de que ayer les metimos bien a los alemanes.
Ya sé que una cosa no compensa la otra, pero... seguro que les jode bien haber perdido contra nosotros.
Solo tengo una cosa que decir... Entschuldigung, Merkel, aber... NACH HAUSE!


Segundo final:
Me habría gustado terminar este artículo de otra manera, como por ejemplo, esta:

Todos los que no leen este blog son gilipollas: introducción al cabronismo

lunes, 5 de julio de 2010
El otro día estábamos criticando a un chaval que todos los compinches que escribimos en este blog conocemos. Como es habitual, una sarta de improperios e insultos salía de nuestras delicadas lenguas, produciendo seguramente un pitar de oídos insoportable en el desdichado sujeto.
-Vaya imbécil. Qué cretino -eran las más sutiles piezas.
Hasta que uno de nosotros se dio cuenta de que las faltas que le achacábamos al desgraciado, en su gran mayoría, también las hacíamos nosotros. La conclusión fue fulminante:
-Pero él no es nuestro amigo.
De esto inferimos que las cosas no nos parecen malas por su esencia, sino que básicamente dependen de si el que las hace nos cae mal. Da igual lo que haga un tipo que nos parece un cretino: puede ser una persona maravillosa, el salvador del mundo. Pero es un gilipollas, y todo lo que hace es pura mierda.
Ayer estaba dando una vuelta y me volví a acordar de la cara enfurecida de mis compinches insultando al pobre mamón; en ese momento me asaltó la duda eterna: ¿por qué nos parece estúpido todo lo que hace la gente que nos cae mal?
¿Por qué todo lo que hace Zapatero le parece mal al PP? ¿Por qué Torres juega mal a los ojos de un madridista, aunque marque siete goles? ¿Por qué todos los que critican los artículos de este blog son gilipollas? ¿Por qué todo lo que hace Hugo Chávez está mal, y cuando lo hace un país amigo está bien? Y aplicando la lógica darwiniana, se me ha ocurrido una explicación.
Ya que esta sensación está en todos los humanos (o por lo menos, en todos los subhumanos que se juntan conmigo), partiré de la suposición de que esta aversión por todas las actividades del enemigo es un rasgo innato del ser humano, al que llamaremos cabronismo de aquí en adelante, para simplificar.
Esto quiere decir que, dada la lucha darwiniana por la supervivencia, este rasgo, que quizás era propio a un individuo, le salvó la vida en al menos una ocasión, y le sirvió para imponer sugenoma (descendencia) por encima de los demás miembros de la especie.
Imaginemos que un protohombre primitivo tiene un adversario, y este le tiende una trampa disfrazada de fiesta en su honor. Como aún no tiene este rasgo, el cabronismo, el pobre diablo cae en la trampa y acaba muerto o castrado o algo aún peor.
Sin embargo, el individuo que por primera vez desarrolla el cabronismo piensa que esta fiesta que va a dar el adversario es una mierda, una estupidez, es decir, todas las cosas negativas que mis compinches y yo achacábamos a todo lo que hace/dice el pobre chaval.
El cabronismo le salva la vida. Cuando el otro miembro de la tribu vuelve castrado, o no vuelve, el cabronías es capaz de imponer su genoma sobre los demás miembros de la tribu. A su vez, hace una fiesta para vengarse del enemigo de la otra tribu, y como este aún no posee el don del cabronismo, lo castra o lo mata. Y también impone su genoma en la tribu contraria.
Esta historia puede parecer una fantasía propia de un delirio estúpido, lo cual, viendo el título de este blog y el tono general de los artículos, puede ir bien orientado. Pero, ¿alguien conoce el rapto de las sabinas? Pues bien, estamos claramente antes un pueblo, el romano, que se impuso sobre el próximo, el pueblo de los sabinos, a base de ser cabronías hasta el máximo concebible. ¿Y el caballo de Troya? Otro gran ejemplo. Si los troyanos se hubiesen meado en el caballo y le hubiesen prendido fuego, otra gallina habría cantado.

El rapto de las sabinas: un ejemplo de por qué pensar
que el prójimo es idiota es altamente recomendable

Como vemos, el pensar que todos los que no piensan como nosotros son imbéciles, o dicho de otra manera, todos los que no son nuestros amigos, es un rasgo no solo recomendable sino además necesario para la supervivencia en el planeta Tierra.
Y por extensión, dicho lo dicho, todos los que no leen este blog son sencillamente gilipollas.
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