Nuevas formas de familia: poliandrias y familias lineares

jueves, 9 de diciembre de 2010

Acabo de volver de unas vacaciones. Mis fans, si es que los tengo, me habrán echado de menos, lo mismo que yo a ellos. Para calmar tal aflicción he estado leyendo compulsivamente novelas de ciencia ficción de la "edad de oro", generalmente Asimov y Heinlein, y he descubierto, no sin cierto placer, que el último está llenito de ideas que revolverían el estómago de Ana Botella.
¿Recordáis cuando dijo, acerca del matrimonio homosexual, que no se pueden sumar peras y manzanas? ¿No os pareció una soberana gilipollez?
Pues bien, dijo algo que tuvo cierto sentido, aunque no en la dirección que ella pretendía. Me parece recordar que dijo algo así como que lo siguiente va a ser legalizar un matrimonio entre padre e hija o de un menage-à-trois. Yo pensé... bueno, ¿y por qué no? ¿Por qué esta mujer tiene que legislar sobre si yo me meto en la cama con mi hija o con los dos maromos que escriben en este blog (dios no lo quiera)? La idea no es nueva. De hecho debe ser vieja como el hombre... hoy vamos a ver dos formas de relación matrimonial de las que hablamos poco a menudo. la poliandria y las familias lineares. Empezaremos por el más fácil de comprender.
Poliandria: del griego poli, varios, y andros, hombre. Más conocido es su antónimo, poliginia. Ambos son versiones de poligamia, es decir, una persona casada con varias. En este caso, por si no lo habéis adivinado ya, una mujer casada con varios hombres. ¡Toma, toma!
La poliandria es útil en los casos en los que una sociedad, por algún motivo, carece de muchas mujeres. Pongamos por caso un asentamiento de colonización, como es el caso de las novelas de Heinlein. Se me ocurren otros: un ejército, una mina, o la sociedad resultante de una guerra a muerte entre mujeres por luchas en el barro. Vale, esto último es una fantasía mía, pero creo que se entiende.
¿Problemas posibles? Más que nada, imagino que los hombres no seríamos capaces de controlar nuestros irreprimibles instintos de posesión por las mujeres, y las luchas a muerte entre hombres acabarían convirtiendo, por pura selección natural, la poliandria en una monogamia. En otras palabras, nos mataríamos entre nosotros.
¿Ventajas? Además de la obvia ventaja de la diversidad genética, la poliandria ofrece ventajas en cuanto a protección de los hijos y sustento de la familia. Además, en una sociedad con pocas mujeres, todos tocaríamos a algo, aunque fuese compartido.
Ya sabéis, como dicen en inglés... to share is to care.

Poliandria clásica

La familia linear, o matrimonio grupal, es un poco más complicado. A la vez es más sencillo: es un montón de gente casada entre sí, compartiendo la responsabilidad de los hijos del grupo. Varias mujeres acostándose con varios hombres, y cada hijo que tienen es tratado por cada hombre (y por cada mujer), como hijo propio, porque en cierta manera lo es.
El matrimonio linear es un tema fundamental en La Luna es una cruel amante, de Heinlein, uno de los libros que me he estado leyendo. Me di cuenta de que solo es posible en un mundo habitado por gente muy desinteresada y civilizada... y, bueno, para saber cómo es nuestro mundo solo tenéis que leer la primera página de cualquier periódico.
¿Problemas? Que uno no reconozca los hijos de los demás como propios. Especialmente en el caso de las mujeres: un hombre puede tener dudas sobre su paternidad, pero una mujer sabe perfectamente cuál hijo ha parido ella y cuál no. Otro problema que veo es que una pareja se quiera separar del grupo, o que a un individuo no le apetezca especialmente acostarse con algún miembro concreto del grupo. ¡Pero esas cosas se avisan antes! Si os metéis en una familia linear, no digáis que no sabíais que os teníais que acostar con ese señor con bigote.
Pero el verdadero inconveniente que le veo a esto, es que si en la sociedad actual la gente apenas es capaz de lidiar con su pareja, no están como para soportar a toda una caterva de maridos... hacen falta muchos más muebles en la cabeza.
¿Ventajas? Otra vez la diversidad genética, y la protección de los hijos. Esta forma de familia además proporciona bastante más posibilidades en la cama que el típico esquema tête-a-tête. En otras palabras, si uno se cansa de una pareja, se va con otra y siempre le queda la oportunidad de volver con la primera cuando le plazca. Todos viven mucho más tranquis.
La diferencia entre el matrimonio grupal clásico y la familia linear de Heinlein es que la familia linear va añadiendo nuevos miembros a su línea, de tal manera que el matrimonio nunca acaba porque a medida que va perdiendo a sus miembros más viejos, incorpora elementos jóvenes. Eso sí que le rechinaría a algunos.

Sinceramente, de estas dos formas de convivencia, con la que me quedaría sería con el matrimonio grupal, aunque no sé si sería capaz de llevarlo con naturalidad, al menos al principio. Aunque no me digáis que no tiene su gracia.
Eso sí, si la Botella lee esto, va a tener pesadillas el resto de su vida.

Nota: Heinlein tuvo dos matrimonios, consecutivos. Es decir, se casó y se divorció, y se volvió a casar. Asimov cuenta en su autobiografía que la primera mujer de Heinlein era progresista y liberal, y que Heinlein, que tenía poco carácter, se vio muy impregnado de toda su filosofía. Supongo que de ahí le viene todo este asunto de las familias. Sin embargo, su segunda mujer era muy conservadora. Asimov cuenta que con esta mujer le sucedió lo mismo, y se pasó al lado oscuro de la vida. Que se sepa, nunca formó parte de ninguno de las formas matrimoniales aquí descritas.

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