domingo, 30 de septiembre de 2012
Hacía más de un año que no escribía nada en el blog, y ha hecho falta una serie de sensaciones muy fuertes para decidirme a volver a la blogoescritura. Hoy quiero compartir ciertas meditaciones que he tenido paseando por la ciudad de Estambul tratando de escapar de la más espantosa de las resacas.
Estas son las meditaciones:

1º Madrid 22/9/2012
Justo antes de salir de viaje, hace ya una semana, paseando por la Puerta del Sol de Madrid me topé con una minimanifestación de protesta contra el famoso vídeo La inocencia de los musulmanes. Cuando vi a aquellos muchachos me alegré de que se pudiera protestar de esa manera tan animada, cantando y bailando. Uno levantaba un cartel en el que se leía "Don't insult our religion". Me pareció un tanto desatinado, puesto que nadie había insultado nada en España (la portada del jueves fue posterior, si no me equivoco). Además en España es ilegal cualquier insulto a la religión, cualquiera que sea, al contrario que en otros países donde prima la libertad de expresión sobre el sentimiento religioso (Francia, USA).

2º Madrid 25/9/2012
Para esta fecha yo ya estaba en Estambul, pero seguí con todo el interés (y mala leche) el desarrollo de las manifestaciones de Madrid. Lo que me sorprendió fue ver la poca gente que se animó a ir. Descarto que fueran 6000, como dice el gobierno, pero, aún así, 20000 me parecerían pocas. Estamos hablando de derrocar un gobierno, no de echar unas partidas de mus. Estoy seguro de que en España hay millones de personas maldiciendo en sus casas al gobierno, pero a la hora de protestar, ¿por qué se quedan en casa?

3º Estambul 30/9/2012
Tratando de no pensar en el malestar de no haber dormido más que unas horas, me he ido a pasear por la plaza Taksim de Estambul, a dar una vuelta o aprovechar el buen gusto turco por la ropa... y sus precios. Pero cuando he salido del metro (funikular), me he encontrado con una marabunta de gente protestando a gritos -sí, a gritos- contra algo que al parecer les molestaba mucho. Os pongo una foto...



A ojímetro he calculado unas 10000 personas. Era una riada interminable por la calle que sube desde la torre Galata a Taksim. En las noticias he leído que efectivamente su número rondaba mis cálculos. Ahora bien, os preguntaréis por qué se quejaban estos manifestantes... pues bien, agarraos los machos: por los derechos de los gatos. Sí, esta orda de turcos cabreados no quería otra cosa que salvaguardar a sus preciados mininos de los desmanes de un ayuntamiento que quiere acabar con ellos. Para el que no lo entienda del todo bien lo repito en román paladino: 10000 personas manifestándose por los gatos de Estambul.

Conclusiones:
1. ¿Por qué no sale esta manifestación en la prensa española y si las maniestaciones por el vídeo de Mahoma? Bueno, a esta pregunta tengo respuesta. Porque nos quieren llenar de odio y de miedo hacia todo lo que no sea blanco, cristiano y bienpensante. ¿Que en España matamos toros a lanzadas y en Turquía se manifiestan por los derechos de los gatos? No lo pongas en prensa, Pepe, no vayan a creer nuestros lectores que fuera de las fronteras de su absurda patria la gente no vive en el medio evo. Sigamos creyendo que todo lo que no sea nuestra cultura consiste en follarse cabras. Eso nos lleva inevitablemente al punto 2.
2. En España no juntamos 10000 personas más que para celebrar la champions o la eurocopa. Para tomar el congreso (en mi opinón no habría que tomarlo, habría que demolerlo piedra por piedra) no bastan 10000 personas. Hace falta un millón. Yo hoy he visto a 10000 personas protestar por los derechos de los gatos, y la única moraleja que puedo sacar de todo esto es que los españoles somos unos comemierdas.

Trastornos de Personalidad

miércoles, 5 de septiembre de 2012
En salud mental utilizamos fundamentalmente dos sistemas de clasificación de enfermedades mentales para poder hacer la comunicación entre profesionales más "sencilla/directa", la CIE-10 y el DSM-IV (ambos en fase de actualización a sus versiones 11 y V respectivamente). No deja de ser un mero etiquetaje de la persona que tienes enfrente, con todo lo que ello conlleva (posible desnaturalización del paciente en pro de las características prototípicas de lo que se supone que tiene, intentos de "encuadre" de lo que le ocurre a la persona en la etiqueta como automodelo explicativo de sus dificultades...), pero no es ése el tema de la entrada. En lo que quiero centrarme ahora es en un tipo de problema que ambos definen, como son los llamados "trastornos de personalidad".

"Ése tipo no tiene personalidad" suele ser una expresión habitual al tratar de definir, imagino, a alguien que suele dejarse llevar por el criterio de los que le rodean, o que se muestra excesivamente dubitativo ante la circunstancia de tener que tomar una decisión; un sinsentido de frase, desde el momento en que ya estás definiendo un estilo de personalidad bastante claro al utilizarla. Es un ejemplo, llevémoslo al extremo. Alguien que no es capaz de mantener un criterio firme en base a sus propias opiniones y que se basa en referencias externas para poder ir dando pasos en su día a día. Alguien que, de pura inseguridad, tiene dificultades para afrontar todo tipo de coyuntura y confía más en cualquier otro criterio, por absurdo que sea, que en el suyo propio. Alguien necesitado de supervisión y afecto continuos hasta el punto de no tolerar el abandono, equiparable a un agujero negro sin retorno del que tratar de escapar permanentemente. Rasgos "dependientes", vaya. Si son excesivos, estos rasgos, es posible, acabarán llevando a la persona que los ha desarrollado a tener algún que otro percance en las diferentes esferas de su vida; y es en la conjunción de los rasgos y los problemas surgidos por ellos mismos donde tendremos la definición del "trastorno de personalidad " (simplificando).

El dependiente es un ejemplo. En los enlaces de la CIE-10 y el DSM-IV el lector curioso podrá ver que hay unos cuantos más. Evitativo, esquizotípico, narciso (¡hola compañeros de blog!), histriónico, límite, esquizoide, paranoide, obsesivo-compulsivo (no confundir con el trastorno "puro" en sí), antisocial (ese mismo lector también verá que entre ambos sistemas de clasificación hay diferencias, ignórelas), y, menos "oficiales", pasivo-agresivo, depresivo, agresivo-sádico y masoquista. Bonito listado eh (no, "la personalidad múltiple" no es uno de ellos). Seguramente alguno a estas alturas ya estará pensando algo del estilo "¡oh señor! yo soy muy narcisorro, ¡soy un enfermo!"; nada más lejos de la realidad. Todos tendremos rasgos de multitud de tipos, más o menos agudizados, sin conllevar por ello ningún tipo de cuadro clínico a tener en cuenta. Yo mismo, pese a destacar más en un par (que nadie nunca es capaz de acertar), diría que tengo un poco de todos (o mucho de varios y menos del resto). Nada extraño, pues.

Volviendo al punto de "cuando a uno su forma de ser le jode su existencia", quería detenerme a extenderme un poco más en "mi preferido". No es el antisocial, típico del psicopatilla común que reina en las calles de nuestro país, que, lamentablemente, es un perfil con el que quizá me cueste más conectar por mi pasado freak (bueno, no tan "pasado"). Es el trastorno límite de personalidad del que quería hablar un poquillo más (también conocido como borderline).
Sería el estilo de persona que habitualmente los legos definirían como "alguien bipolar", refiriéndose a la facilidad con que éstos pueden pasar en un momento de una emoción a otra totalmente contraria con extrema facilidad (el trastorno bipolar es otra cosa, también basado en variaciones anímicas, pero más mantenidas en el tiempo). Inestables, impulsivos, capaces de adorarte u odiarte de un momento a otro... características teóricamente descriptivas de este tipo de personas. La incertidumbre, el no tener nada claro, el cambiar una y otra vez de criterio, el temer que las personas queridas se cansen de ti por tanto vaivén, el sentirse profundamente vacío, el no saber quién eres realmente. Tales rasgos muy agudizados les suelen llevar a pasarlo mal, en la medida en que sus relaciones personales (y sus decisiones vitales) depende constantemente de un carrusel de emociones que haría marearse a cualquiera, y ello a su vez puede desembocar en un estado de malestar (ansiedad, tristeza, irritabilidad, culpa) mantenido durante largos períodos de tiempo que a su vez sirva para potenciar dichos rasgos e iniciar un bucle infernal sin final. 

No profundizaré en temas como las posibles maneras que en ocasiones pueden llegar a utilizar para manejar el malestar (cortes, querer darle fin a todo), los fármacos habitualmente empleados en su manejo (unos u otros con más o menos sentido; según algún "enrevesado" psiquiatra como Otto Kernberg ninguno, extremo con el que no estoy de acuerdo en los casos en que sea necesario), o los posibles fenómenos pseudoalucinatorios que pueden llegar a padecer (importante el "pseudo", que no quiere decir ni que no sean verdad, ni que estén psicóticas) por no parecerme correcto en esta entrada, cuyo fin es más hablar de manera general sobre el tema que buscar el morbo (sí, en este blog alguna vez hacemos eso).
Hay también películas que tratan de ejemplificar (en ocasiones hasta el ridículo) este tema. "Atracción Fatal", por ejemplo, con Glenn Close en el papel de mujer con tendencia a la reacción extremadamente patológica, Angelina Jolie en "Inocencia Interrumpida", o una de las pacientes de la primera temporada de "In Treatment" (de la cual, SPOILER, el terapeuta se enamora irremediablemente, cayendo en un topicazo de agárrate y no te menees).

Este tipo de trastorno tiene terapia con la que ser trabajada, claro. La más conocida y empíricamente comprobada (que, recuerdo, hacemos ciencia, no "palabrería"), la Terapia Dialéctico-Conductual de Marsha Linehan, quien, no hace demasiado, reconoció que ella misma en sus años mozos había pasado por algo parecido. Me parece de hecho totalmente natural el que alguien que sabe lo que es sentirse así haya desarrollado una forma de tratamiento para ello, alguien que ha pasado por todo eso. No necesariamente tiene que ser así (aunque explicaría el que con mis taras me dedique a ésto), pero, insisto, tampoco es algo que me sorprenda. Y veo necesario recordar, que, al fin y al cabo, se trata de personas que sufren. Que más de una y dos veces he oído lindezas sobre esta clase de pacientes que pueden hacer pensar en que se realiza una interpretación de voluntariedad en lo que hacen. Que alguna cosa se exagera, pues vete a saber, pero de ahí a dar por hecho que "son así porque quieren"... en fin.


Dalí, que tenía unos rasgos bien majos, con su mujer, que tambíén tenía tela

Con suerte durante mi último año entero de residencia me especializaré en estos temas (al menos 4 meses casi seguro). Ya me han comentado que puede ser una locura (esa inestabilidad en las relaciones también se extiende a la relación terapéutica), pero bueno, quiero intentarlo. También con el resto de subtipos de trastornos de personalidad. Creo firmemente que los rasgos de una persona pueden ser "pulidos", con tiempo, esfuerzo y dedicación. Y toneladas de frustración (para ambos), me temo. Pero, a pesar de aparentar normalmente el pasar por una persona nihilista y misántropa, en el fondo, confío en la capacidad del ser humano para mejorar. Bueno, al menos cuando estoy detrás de una mesa (QUE NO UN DIVÁN, HIJOS DE PUTA).

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