Melancolía

domingo, 20 de julio de 2014
En 1968, la Asociación Psiquiátrica Americana definía la melancolía como "un trastorno propio del periodo involutivo que se caracteriza por inquietud, fuerte insomnio, agitación y ansiedad. se observan a menudo sentimientos de culpa y preocupaciones de tipo somático que pueden tener un carácter delirante".
En 1980 pasa a considerarse una variante de los episodios depresivos mayores, implicando I-Pérdida de de placer en todas o casi todas las actividades, II-Falta de reactividad a los estímulos usualmente placenteros, III-Al menos 3 de los siguientes síntomas: inconfundible cualidad de ánimo deprimido (diferente al que se puede producir de manera reactiva a, por ejemplo, la muerte de un ser querido); que éste sea más intenso por la mañana; despertar temprano por la mañana (al menos 2 horas); notable enlentecimiento o agitación psicomotriz; anorexia significativa o pérdida de peso; sentimientos de culpa inapropiados o excesivos.

En las siguientes construcciones clasificatorias psiquiátricas se siguen realizando cambios con el objetivo de detallarla de la forma más completa posible, proporcionando a este ente psicógeno una naturaleza cada vez más definida y descriptiva, encuadrada en un subtipo de depresión con una serie de fenómenos definitorios.

Pero, en realidad, tras escribir este par de párrafos, señalo ahora que no quería hablar de la construcción clínica de la melancolía, si no del humor melancólico subclínico, retrotrayéndome quizá a una concepción más temperamental del asunto, cercana a la idea hipocrática de la melancolía.
Así pues, dicho autor venía a describir este humor de la siguiente manera:

"Basado en un tipo de sistema nervioso débil, posee una muy alta sensibilidad, un alto nivel de actividad y concentración de la atención, así como una baja reactividad ante los estímulos del medio, y una baja correlación de la actividad a la reactividad; es introvertido y lo caracteriza una baja flexibilidad a los cambios en el ambiente.
Es abnegado, perfeccionista y analítico. Es muy sensible emocionalmente. Es propenso a ser introvertido, sin embargo, puede actuar de forma extrovertida. No se lanza a conocer gente, sino deja que la gente venga a él. Sus tendencias perfeccionistas y su conciencia hacen que sea muy fiable, pues no le permiten abandonar a alguien cuando están contando con él. Además de todo, posee un gran carácter que le ayuda a terminar lo que comienza. Pero es difícil convencerlo de iniciar algún proyecto, debido a que siempre está considerando todos los pros y contras en cualquier situación.

Características:
- El melancólico es el más rico y complejo de todos los temperamentos.
- Suele producir tipos analíticos, abnegados, dotados y perfeccionistas.
- Es de una naturaleza emocional muy sensible, predispuesto a veces a la depresión.
- Es el que consigue más disfrute de las artes.
- Es propenso a la introversión, pero debido al predominio de sus sentimientos, puede adquirir toda una variedad de talentos.
- Tiende a ser una persona pesimista.
- Se enoja con facilidad, tiene cambios emocionales muy bruscos, y se puede decir que se puede hacerlo enojar fácilmente.
- No le gusta que lo interrumpan cuando se concentra en algo que es importante para él.
- Se enamora con facilidad y lo hace muy seriamente.
"

Posteriormente Aristóteles, comienza a preguntarse: "¿Por qué todos los hombres geniales en filosofía, política, poesía o en las artes son melancólicos, y algunos hasta tal punto que son afectados por enfermedades que se derivan de la bilis negra?". Quizá por ser demasiado optimista, ve en los seres melancólicos un carácter positivo descubriendo en ellos fecundidad y potencia creadora, y también encuentra dos tipos de melancólicos: el tranquilo, inerte y postrado, y el exaltado, furioso y divinamente inspirado.

He decir que tengo un libro pendiente sobre el tema. Como este último año he estado enfrascado en obras y artículos exclusivamente sobre un tema (ver anterior entrada), he descuidado prácticamente todos los demás ámbitos de mi profesión. Lo cual, en sí, no es recomendable, pero mi concepción acerca de que es imposible ser un gran psicólogo en todas las áreas (dada la investigación y progresión constante en todas y cada una de ellas), me ha hecho ser lo suficientemente humilde como para conocer mis limitaciones.
El libro, ya en mi poder, es Un tratado de melancolía, de Timothy Brigt, escrito en el siglo XVI. Una frikada, vamos.



Lo cierto es que escribo sobre este tema precisamente por identificarme en general con lo que implica el término. Si bien me considero un tipo bastante normal (a nivel afectivo, excéntrico en otras muchas cuestiones), que disfruta con lo que le gusta, y se entristece con lo que le apena, quizá sí que reconozco que mi tono vital es, en general, un poco bajo. Supongo (doy por hecho) que, fundamentalmente, se debe a experiencias pasadas vividas directamente en las que no voy a ahondar (eso pertenece a mi mundo privado). También es cierto que, moviéndome en el mundo de los rasgos de personalidad como hago, sería posible traducir a términos actuales la concepción hipocrátia antes descrita, y, por otro lado, al creer en la modificabilidad de estos rasgos, quizá ya no sólo por verlo en las personas con las que trabajo estos temas, si no en mí mismo conforme he ido creciendo y afrontando nuevas experiencias de otras maneras, también pienso que pese a haber una cierta base que podríamos seguir llamando "temperamental", obviamente, influyen muchas más cosas en la manera en que nos vamos desarrollando con los años.
De todos modos, quizá un poco cual descripción "horoscópica", me hace gracia verme reflejado en diferentes puntos de los rasgos anteriormente descritos en cursiva, no siendo buena parte de los mismos necesariamente "malos".

Se puede ser melancólico y llevar una vida normal. Ayuda el ser consciente de que tiendes a presentar ese tipo de fluctuaciones larvadas de duración generalmente temporal para que no influyan de manera signicativa en el día a día de uno. Veo posibles complicaciones cuando I-se conceptualiza necesariamente como un fenómeno patológico y II-se niega, invalidándose de manera uno a sí mismo con mensajes (obligaciones impuestas) socialmente aceptados como "tienes que estar alegre, ¡la vida es para aprovecharla al máximo!".
Que le den a todo. Hoy tengo una tarde melancólica, y no es que me haya me ha pasado nada realmente "malo" (fuera de lo común), ni hoy ni durante estos días. Estoy escribiendo esto en lugar de cumplir con mis obligaciones (no asistenciales, esas priman siempre).

Algunos artículos que he ojeado para escribir la primera parte de esta entrada:
- http://www.redalyc.org/pdf/844/84430505.pdf
- http://documentacion.aen.es/pdf/revista-aen/1995/revista-56/02-anatomia-de-la-melancolia.pdf
- http://www.andresmlorca.com/documentos/Un%20indagacion%20sobre%20la%20melancolia.pdf
- http://www.psicothema.com/pdf/2019.pdf
 Ni serán los mejores ni los más apropiados. Ya expondré mi opinión sobre el libro.

Melancólicos saludos.

P.D.: me fascinan las canciones que tratan sobre "fenómenos psiquiátricos", o conjuntos de canciones que te susciten una atmosfera que recuerde a los procesos a través de los cuales uno viaja del principio al final de diferentes tipos de problemas de esta naturaleza. Comparto este enlace, precisamente sobre el concepto tratado en la entrada: http://amnptn.bandcamp.com/album/melancholia


Revival Trastornos de Personalidad

domingo, 29 de junio de 2014
Tenemos abandonado este blog, y creo que es bastante injusto para esta pobre creación nuestra; no creo que sea un final decente para esta página el que la única actividad que mantiene en la actualidad sean los comentarios bizarros (con cariño) de la gente que sigue precipitándose aquí arbitrariamente a través de lo que escribió uno de mis compañeros sobre "la obra" Crepúsculo.
Vuelvo a releer textos que parimos en su momento, y sigo creyendo que varios son bastante buenos (otros no), y un par brillantes (y un par nefastos); al menos para unos tipos degenerados moralmente como nosotros.

A propósito de lo publicado sobre Crepúsculo, la cual no tengo dudas que n.S. lanzó en su momento con fines flamígeros, veo que la última aportación a ella dada identifica el vampirismo y el licantropismo con... trastornos de personalidad (hacer click en el enlace que he puesto antes para poder verlo). 
No puedo sino descojonarme.
No por el hecho en sí (bueno, es una opinión un tanto peculiar y tal, y dudo que amparada en datos científicos, pero no nos vamos a poner puntillosos con ese tipo de cosas a estas alturas), si no por lo vivido los últimos meses.

En la penúltima entrada de este blog (hablamos de septiembre de 2012), trataba muy por encima precisamente este tema (de manera muy inocente he de decir), y anticipaba mis intenciones acerca de dedicar mi último año de residencia a especializarme en ello (o "cometer una locura, ¡insensato!", la acepción cambiaba en función de a quien se lo comentase). Pues bien, finalmente lo hice, y sigo vivo (al menos parte de mí).
No es que yo dudase de mis posibilidades (tengo una inusitada confianza en mí mismo en algunos aspectos; en otros no tanto, supongo que para compensar), pero sí que es cierto que quizá no llegaba a hacerme una idea de lo agotador que puede llegar a resultar una experiencia de este tipo.
Matizo lo de "especializarme": nunca acabas de especializarte, por supuesto, pero al menos centras todos tus recursos intelectuales en ello (los que te van quedando).
Matizo lo de "agotador": he trabajado mucho, y he tenido que compaginarlo con otras actividades y con vivencias personales (tanto muy buenas como muy malas), y todo va sumando. 

Primero roté unos meses por una unidad especilizada en el diagnóstico de trastorno límite de personalidad. Luego promoví el crear una unidad ambulatoria en la comunidad en que trabajo (ésta era fundamentalmente la parte insensata del asunto). No voy a dar detalles sobre ninguna de las dos cosas, ya que lo veo innecesario por varios motivos; sólo decir que ambas experiencias han resultado altamente enriquecedoras. En ellas he intentado ayudar a la gente con la que he tratado lo máximo posible, y en ellas he coincidido con gente que realmente merece la pena.
Esto no siempre ha sido suficiente para ayudar al que tenía enfrente, y en todos los casos en que así ha sido lo he lamentado, supongo que "más de lo que debiera", pero no sé muy bien cómo hacerlo de otra manera.

De todos modos, he de decir que, la percepción general que he ido formándome, no ha hecho más que animarme a seguir trabajando por el mismo camino. Que no es poco.
Ha sido un viaje intenso, de profundo autoconocimiento y profunda exploración de los otros. En estos meses me ha costado desconectar del modo "analizador" (con los consiguientes problemillas que ello puede generar), he dormido como el culo, me he alimentado de manera insana, me he abandonado deportivamente... y, con todo ello, creo que ha merecido la pena.
Ahora estoy de vacaciones, y no termino de acostumbrarme a ello. Afortunadamente, me queda poco tiempo para comenzar una nueva etapa, que seguirá vinculada al tema de esta entrada. 

Y es que no es ésta una entrada con fines humorísticos. Ni siquiera de ampliación de conocimientos para el lector. Únicamente, en un obsceno ejercicio de narcisismo, me estoy centrando en reafirmarme en la idea que tuve hace ya casi 2 años. Decía entonces que "Creo firmemente que los rasgos de una persona pueden ser "pulidos", con tiempo, esfuerzo y dedicación. Y toneladas de frustración (para ambos), me temo. Pero, a pesar de aparentar normalmente el pasar por una persona nihilista y misántropa, en el fondo, confío en la capacidad del ser humano para mejorar", y ahora no puedo más que ratificar esas palabras.
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