Cuídate, de Sophie Calle

miércoles, 19 de enero de 2011
Cuídate, de Sophie Calle, es la obra que he estado analizando estos días para la asignatura Últimas tendencias del arte. Recomendada hábilmente por mi tía, que sabía de las implicaciones de esta artista con el grupo literario OuLiPo, me he dedicado a despiezarla un poco y ver cómo funciona por dentro, siguiendo las indicaciones de este libro que nos han mandado en la universidad, que es básicamente un objeto de tortura medieval.
Recomiendo ojear un poco esta obra, ya que tiene unas fotografías muy chulas, pero, sobre todo, por el concepto de la obra. Frente al email de su por entonces novio dejándola, ella reacciona enviando el mensaje a ciento siete artistas para que versionen artísticamente o analicen desde su profesión el dichoso mensaje.
Los que quieran echar un vistazo, aquí está la obra.
Y, después de esta foto, el análisis crítico con la que la he estudiado.

Una de las participantes de esta obra, leyendo la carta del exnovio de Sophie.

Nota: antes de enviar la crítica al profesor, me he cuidado de eliminar las referencias a que yo soy el sujeto fascista lacaniano.

Sophie Calle, Prenez soin de vous

1. Descripción

Sophie Calle es una de las más afamadas artistas contemporáneas. Una búsqueda rápida de su nombre en internet la representa, via Wikipedia[i], como escritora, fotógrafa, artista de instalaciones y artista conceptual, además de relacionarla con el movimiento de literatura experimental francés OuLiPo. Su imagen aparece como una mujer de edad incierta, con el pelo teñido de color caoba y una sonrisa que se extiende por toda su cara[ii].

La obra en cuestión, Prenez soin de vous, o Take care of yourself, como es más conocida, data de 2007, y otro vistazo rápido a la Wikipedia sitúa su aparición en el 2007, en la Bienal de Venecia de aquel año.

Pero, ¿de qué trata esta obra? A primera vista, Take care of yourself consiste en una instalación en la que se nos muestran ciento y pico versiones de un mismo tema, consistiendo este primer material en el correo electrónico que un exnovio de la artista le escribió para notificarle su deseo de interrumpir relaciones con ella.

La obra ha sido versionada en un libro, en cuyos extractos encontrados en internet he podido leer la explicación de la autora:

I received an email telling me it was over. I didn’t know how

to answer. It was as if it wasn’t meant for me.

It ended with the words: Take care of yourself.

I took this recommendation literally.

I asked a hundred and two women, chosen for their profession,

to interpret the letter in their professional capacity.

To analyze it, provide a commentary on it, act it, dance it, sing it.

Dissect it. Squeeze it dry. Understand for me. Answer for me.

It was a way to take the time to break up. At my own pace.

A way to take care of myself.”[iii]

En resumen, la autora recibió el patético mensaje de su novio, y decidió, como forma de sublimar su dolor en arte, reenviar el correo a ciento dos artistas femeninas conocidas por ella, para que reinterpretasen en clave artística la carta.

El resultado fue mostrado como instalación artística en la bienal veneciana antes mencionada, y en un libro publicado por Actes Book Press el 1 de julio del 2007, que incluye dos tomos y cuatro dvds, en los que se almacenan las fotografías que la autora tomó de sus amistades leyendo la carta de su ex, y los materiales que estas grabaron reinterpretándola. Se trata, pues, de una obra de carácter míxto textual y audiovisual. Se puede comprar en Amazon.com por 125$

La obra tiene como punto de partida la última frase de la carta, “prenez soin de vous”, que puede ser traducida como “cuídate”, o según Vila-Matas[iv], “que Dios te ampare”, con el agravante (perdido en la tradución inglesa), de que el exnovio la llama de vous, es decir, algo parecido al usted español. Sophie Calle interpreta literalmente esta frase, y pone en marcha esta monumental instalación con el objetivo explícito de “cuidarse”, o traduciendo literalmente del francés “sanarse”. Esa sanación consistirá en la trasformación del dolor personal de Sophie en una obra de arte pública.

2. Análisis crítico

Sophie Calle es una autora francesa que empezó a producir arte en las postrimerías de la década de los ’70, lo que significa que sus primeras obras tienen ya más de treinta años. Sus primeras obras, tales como Suite Venitienne o Adress Book buscan explorar los límites de la privacidad, tanto la suya como la de sus no siempre voluntarios colaboradores. En Suite Venitienne, Sophie persiguió y fotografió a un turista en su paseo por Venecia, mientras que en Adress Book, tras encontrar por casualidad una libreta de direcciones, se dedicó a llamar a todos los contactos y preguntarles por su relación con el dueño de la libreta, haciendo luego pública la información en forma de publicaciones periódicas en el diario Libération. Por esta obra fue demandada, ya que el sujeto de sus investigaciones no consideró “artística” la obra de Calle, y vio su intimidad gravemente atacada. Quizás por este tipo de acciones, Sophie Calle es también llamada “provocateur”.

Pero es más importante otra de sus obras, llamada The Shadow, en la que Sophie fue perseguida por un detective privado. Este detective había sido contratado por su madre, a petición suya, para que la siguiera durante todo un día mientras ella visitaba sus lugares de París preferidos o que tuvieran una simbología personal; el conjunto de fotografías del detective fue convertido en obra y expuesto en el Guggenheim de Bilbao.

Todas estas obras se dirigen hacia esta exploración de la privacidad de las personas, a través de la cual, Sophie parece buscar la definición de una personalidad, tanto la suya como la del sujeto “intervenido”.

En este sentido, Sophie trabaja a la manera de los intervencionistas urbanos clásicos, solo que interviniendo tanto en la ciudad, como en la vida de los demás o la suya propia. Así pues, a la ya larga lista de profesiones artísticas de Sophie, yo añadiría la de “interventora vital”.

¿Cuál es el objetivo de estas intervenciones? Como ya he dicho, parece que el afán voyeurista de Sophie Calle puede interpretarse como ese afán por construir identidades, tanto la suya propia como la del otro. Esto es lo que hace en su obra Adress Book: construir la identidad de alguien a quien no conoce, llegando a visitar los lugares que sabe que su víctima frecuenta, en un intento de imaginar cómo será su vida.

En la obra que estamos tratando, parece que los objetivos varían, ya que no se trata de crear una personalidad, sino de desplazar un hecho negativo en su vida, de repartir su dolor entre voluntarios dispuestos a compartir este dolor suyo y así mitigarlo. Por supuesto, esta obra vuelve a franquear las barreras de lo privado y lo público. Sin embargo, me parece más interesante la difícil barrera que José Luis Pardo establece, no ya entre público y privado, sino entre privado e íntimo[v]: privado es lo que la gente hace cuando no se la ve, cuando no está en una situación social pública, lo que pasa de puertas para adentro; mientras que íntimo es lo inaccesible para los demás, la verdad última y secreta de la esencia de una persona. La obra de Sophie Calle se establece en el reino de lo privado, pero no de lo íntimo:

The rules of the game are always very strict. In Take Care of Yourself I asked the participants to answer professionally, to analyze a breakup letter that I had received from a man. The parameters were fixed. For example, I wanted the grammarian to speak about grammar—I wanted to play with the dryness of professional vocabulary. I didn’t want the women expressing sentiment for me. Except maybe my mother . . . (…) I have my own sentiment—I don’t need that of others.

Sirvan estas palabras para confirmar lo último.

Ahora me gustaría hablar sobre si esta obra puede enmarcarse dentro del arte feminista. Es remarcable que la artista haya decidido entregar el email de su exnovio a más de un centenar de mujeres, sin elegir entre sus participantes a ningún varón. Por más vueltas que he dado por internet, no he sido capaz de encontrar una sola explicación a este hecho.

En primer lugar, deberíamos establecer la diferencia fundamental entre arte femenino y arte feminista. Sin entrar en más debate, por falta de espacio, arte femenino es todo aquel arte hecho por mujeres, y arte feminista todo el arte, independientemente del sexo del autor, con intenciones sociopolíticas reivindicativas. En mi opinión, no hay la más mínima reivindicación feminista, por lo cual se puede entender que es una obra de arte femenina, pero no feminista.

Esto me abre dos posibilidades: la primera es que el acto de seleccionar mujeres sea arbitrario. Arbitrario en el sentido de que no tiene más intención que el hecho en sí mismo: selecciona mujeres, no porque las mujeres tengan que dar un punto de vista diferente del de un hombre, sino por el mero hecho de ser mujeres. Ya que la propia autora dice haber pedido a las coautoras de la obra que se limitaran a interpretaciones profesionales y artísticas, pero no a compadecerla (en el sentido griego de compartir un dolor, o pathós), entiendo que un hombre podría hacer el mismo trabajo. Ahora bien, tampoco creo que fuese muy difícil para un hombre comprender el dolor de Sophie frente a su ruptura, ya que, al igual que la autora afirma en la misma entrevista que muchas de las coautoras también habían sido dejadas alguna vez por un hombre, no veo imposible que algún hombre entre los conocidos por la artista hubiera sido abandonado por una mujer. Con todo, que su novio rompiese hoy en día con ella por email, además de ser de un mal gusto que roza la obscenidad, no me parece motivo de reivindicación sociopolítica. Especialmente cuando la marca de ropa femenina Chanel es uno de los patrocinadores de la artista[vi], entre otros.

La única trasgresión social que puedo interpretar en esta obra es la siguiente: tradicionalmente, la mujer ha mantenido una relación con el hombre semejante en cierta manera al contrato feudal: ella admitía una serie de tratos desventajosos a cambio de una seguridad, basada en su manutención y en la inclusión de ella en el privilegiado mundo social de las mujeres casadas (conocidas en la edad media como damas, frente al cuerpo, un poco por debajo de ellas socialmente, de las doncellas). Esta obra podría interpretarse como una reafirmación de la mujer moderna como ser independiente, y que frente a una ruptura unilateral de las relaciones afectivas, antes que lamentarse o buscar consuelo, sabe afrontar la situación con bastante humor y sin dejarse amilanar, junto con ciento siete amigas.

La segunda posibilidad que contemplo es que, como varón blanco heterosexual de clase media, tan cercano al sujeto fascista de Lacan, se me escape algo de la obra y no termine de entender por qué son todas mujeres. Esta posibilidad no es nada desdeñable.

Pese a todo, en la creación de esta obra parece que el artista Daniel Buren colaboró, varón él, aunque no he conseguido averiguar en qué medida. En todo caso, no conviene exagerar en ningún sentido.

En resumen, a falta de mejores argumentos, considero la obra de Sophie Calle femenina pero no feminista.

Un tercer punto que me gustaría analizar es el relativo a la conocida teoría de la “muerte del autor”.

En Take care of yourself, Sophie Calle solo interviene activamente en tres momentos: el primero es al reenviar el fatídico correo de su exnovio a las ciento y pico mujeres que participaron en la obra. El segundo, es al realizar las fotografías de las participantes leyendo el mensaje electrónico, y el tercero es la recopilación, selección y edición de todo el material para construir una instalación coherente en sí misma y el libro del que antes se ha hablado.

Me imagino que los espectadores de la bienal de Venecia del 2007 contemplarían esta pieza, y verían a la sonriente Sophie Calle y se preguntarían, como aquellos primeros espectadores de los readymades de Duchamp: ¿tenemos que considerar a esta mujer la autora, o a las ciento siete mujeres que han creado el noventa y nueve por ciento de esta pieza?

La respuesta no es sencilla desde el arte tradicional, pero si nos basamos en las teorías que postulan la muerte del artista, o mejor, el final del concepto tradicional de autoría, podemos hallar una explicación mejor para esta obra. Según Grimp, el artista manipula signos antiguos según una lógica nueva, y en Take Care of yourself, lo que hace Calle es encargar precisamente la fabricación de estos signos, que una vez creados, ella manipula y edita. Sophie no es en esta obra una creadora a la antigua usanza, como tampoco lo es en ninguna de las obras anteriormente citadas, sino que adopta otras personas, otras máscaras, como la de mecenas, editora, inspiradora, o “musa” de terceros artistas, como ella misma afirma. Sophie Calle es el paradigma de una artista que ha abandonado el papel de artesano, de individuo físicamente mejor capacitado para la creación manual de arte, y se ha vestido del traje de artista conceptual, de artista como bibliotecario, de artista como mecenas.

Hasta aquí, vemos que la teoría se cumple a la perfección, pero me gustaría hacer una pequeña crítica personal a esta teoría. Bien es cierto que el papel del artista se diluye, pero como dice Foucault, en la que creo que es la mejor idea de su pensamiento, una vez damos por sentada la muerte del autor, no nos tenemos que limitar a constatarla una y otra vez, sino tratar de hallar allí donde la función del autor se perpetúa. Y en este caso, me parece que se perpetúa (y se perpetra) en la vieja y conocida función del criterio de autoridad.

Investigando en internet sobre esta obra y sobre otra de las de la autora (Adress Book), he leído que ambas fueron encargadas por grandes medios, el periódico Libération y la bienal de Venecia, respectivamente, antes de ser realizadas. Es decir, que la artista tenía asegurada su aparición en la bienal antes de que ningún organizador supiera qué era lo que iba a hacer. Sospecho que mi ignorancia sobre el funcionamiento del mundo de los circuitos artísticos me traiciona, pero en este caso me resulta un poco demasiado conflictivo hablar de la muerte del autor cuando en la bienal de Venecia esta obra apareció por el renombre de su autora, y no por la obra en sí, aunque luego la obra sea de indiscutible interés. Tampoco me parece equivocado el método de asignación de la bienal, ya que confía en el trabajo de un artista de fama bien merecida. Simplemente, se me hace difícil hablar de la muerte del autor en estas circunstancias.

Pensando sobre este tema, me ha asaltado una expresión imaginaria, mezclando la poética de Wordsworth con esta obra de Sophie Calle: se trataría, salvando las distancias, de una especie de “sublime egotismo posmoderno”, y en el cual el autor no es exactamente el que está muerto, ya que la obra es tan personal que vulnera la propia privacidad, sino que el proceso de producción ha sido sistemáticamente desintegrado entre ciento siete mujeres. Quizás sea este el significado de la elección de solo mujeres en la producción de esta obra: que cada una represente una parte fragmentaria de la personalidad de Sophie, tratando de racionalizar el dolor de la separación.

Por último, más allá de la más pura crítica de arte, me gustaría señalar la relación de esta obra con algunas obras literarias del grupo literario francés OuLiPo. Este grupo, cuyos máximos exponentes son Raymond Queneau y el magnífico Georges Perec, basaba su escritura en la elección de unas restricciones artificiales que aplicaban a rajatabla sobre sus propias creaciones. Por poner un ejemplo, en La disparition, Perec escribe toda una novela sin usar la vocal e (recordemos que en francés es la vocal más repetida). En español esta novela se tradujo bajo el nombre de El secuestro, y no utiliza la letra a. Muchas de estas obras buscan un método de multiplicación, que partiendo de una pequeña idea produzcan grandes cantidades de texto coherente. Tal es el caso de Ejercicios de estilo, en el que Raymond Queneau toma una pequeña historia (un viaje en tranvía), y lo multiplica por noventa y nueve estilos diferentes, entre los que podemos encontrar, por ejemplo, latín macarrónico, partituras musicales, o relaciones semánticas.

Creo que es obvia la relación, así que no hablo más.

Como conclusión final, me gustaría decir que opino que esta es una obra de disfrute inmediato, como diría A. C. Danto, y que pese a que la crítica que he hecho pueda a veces tratar a la obra como incongruente en ciertos puntos, tampoco creo que el artista tenga que ser coherente en todo, en todo momento. Mucho más importante me parece la capacidad de hacer disfrutar al espectador, y de hacerle pensar y meditar en la relación que esta obra de arte establece entre las actuaciones de ciento ocho mujeres sobre un solo hecho con la propia experiencia personal de cada uno. Y, en este sentido, creo que la obra de Sophie Calle es mucho más asequible para el espectador que otras obras mucho más coherentes, pero menos atractivas.


[i] http://en.wikipedia.org/wiki/Sophie_Calle

[ii] http://www.guardian.co.uk/artanddesign/2009/oct/19/sophie-calle-review

[iii] http://www.culturesfrance.com/pre/medias/dynamic/communique/59/1163.pdf Interesante documento: una entrevista a la autora, donde habla de sus obras más famosas, entre ellas, Take care of yourself.

[iv]http://www.elpais.com/articulo/cataluna/largo/adios/Sophie/Calle/elpepuespcat/20071007elpcat_2/Tes

[v] PARDO, José Luis, La Intimidad, Ed. Pretextos, 1996.

[vi] Otra vez http://www.culturesfrance.com/pre/medias/dynamic/communique/59/1163.


El dichoso email

4 comentarios:

Kujavi dijo...

Tío no he podido leer esta entrada, creo que esperaré a la película.

n.S. dijo...

hahaha, no te preocupes... al releer el texto me he dado cuenta de que es demasiado larga para un blog... prometo escribir más y mejor en el futuro

Silviaela dijo...

¡¡Cómo mola esto!! El ex novio le podría haber mandado un email diciéndole algo como: estoy pasando por una crisis existencial... espero que lo entiendas.
Y sí, es un poco larga la entrada pero está muy bien, me ha gustado.

Filiola dijo...

Buscando información sobre Sophie Calle... vine a dar sin premeditación aquí :) Un beso, Nacho.

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