Etiquetas

miércoles, 22 de junio de 2011
Vivimos en una sociedad en la que tenemos que clasificar, generalizar y ponerle un nombre a todo. Si no, parece ser, que no nos quedamos tranquilos. Pero se nos escapa que, al intentar dar un nombre a cualquier grupo, movimiento o conjunto de personas simplificamos, en ocasiones, de manera desorbitada.

Véase por ejemplo, la etiqueta “ANTISISTEMA”. Muy de moda estos días, y aplicada a los manifestantes que protestan en Sol, en las calles y ante los parlamentos de toda España. A todos nos viene a la cabeza la imagen clara y nítida de un antisistema: delgaducho, pelo “raro”, sudadera con capucha y con trazas de ir a cometer algún acto violento. De hecho, la primera imagen que sale en el buscador de Google, es esta:



Veamos ahora la definición de “antisistema” de la RAE:

1. adj. Contrario al sistema social o político establecidos.

Yo no veo por ningún lado las palabras “violento”, “radical” o “peligroso”, en cambio las escucho todos los días, todos, en boca de personas anónimas o en medios de comunicación para referirse a los que protestan contra el sistema, en efecto, el que tenemos actualmente, y que está putrefacto a estas alturas.

No veo por qué es una correlación inamovible que el ser un antisistema sea algo negativo, simplemente porque alguien en un determinado momento hace un par de años, en el que se cometieron actos vandálicos para protestar contra la globalización, dijo: “Eureka! A estos les llamaremos “antisistema”, así, ¡en plan general!”. Debería haber abierto un diccionario y buscar algo que defina un poco mejor “actos vandálicos” y no una palabra que a lo que se refiere es a estar en desacuerdo con unas reglas preestablecidas y que en ningún momento implica violencia.

A algunos les puede parecer algo sin importancia, o una mera forma de llamar a los manifestantes. Sólo recordarles que el lenguaje es la manera que tenemos para comunicarnos y lo que es más, la manera que tenemos para pensar. No pensamos en conceptos abstractos, pensamos con palabras, y deberíamos por ello ajustarnos más a lo que significan. Etiquetar a alguien significa estigmatizarle, en cualquier ámbito de nuestras vidas. No creo que haga falta mencionar que a nadie le gusta que le etiqueten como “enfermo”, “loco”, “facha” y no creo que haga falta recordar qué suele pasar con etiquetas políticas o pseudopolíticas, tipo “rojos”, “comunistas”, “ateos”, etc. en momentos, llamémosles, no muy democráticos.

Me declaro pues, abiertamente antisistema. Antisistema de ESTE sistema que tenemos ahora y que nos deja totalmente indefensos ante las decisiones de políticos que a su vez sólo obedecen a los bancos. Parece que mi único derecho es el voto, además de ser una obligación. Un voto que irá a parar a un candidato que alguien ha elegido por mí y que una vez hecho presidente, no me representará a mí, sino a un directivo de empresa/caja de ahorros podrido de pasta y ávido de más. Una democracia en la que voto un programa político que luego no se cumple ni por asomo. Una democracia en la que mi voto no cuenta igual que el de otros ciudadanos, en la que los partidos que me pueden llegar a interesar, necesitan el triple de votos para tener representación que los que necesitan los dos grandes. Una democracia en la que unos votan a ciegas y obviando cualquier barrabasada y los otros votan por miedo a que no gobiernen los primeros. Y lo mejor de todo es lo que oigo en algunos medios: que no me puedo quejar porque yo tengo una democracia y no sé lo que es vivir en una dictadura.

Dictadura es absolutismo, autarquía, autocracia, dominio, fascismo, totalitarismo.

Indefensión es desamparo, desvalimiento, desprotección, abandono, extravío, debilidad, aislamiento.

¿Por qué tengo que elegir la menos mala? Me quejo porque no quiero ninguna de las dos.

3 comentarios:

Julieta dijo...

Estoy de acuerdo, es verdad, nos encanta etiquetar, lo necesitamos, aunque en parte, si pensamos en palabras, parece bastante lógico que necesitemos recurrir siempre a las definiciones o etiquetas, lo que no es perdonable es la ligereza con la que etiquetamos, y peor todavía, que luego basemos toda nuestra percepción de una persona por la etiqueta que en algún momento pusimos. (No te voy a mentir, yo también odio las etiquetas, pero a veces no las puedo evitar, ni conmigo misma...).
Y, con respecto a lo último... Creo que medios y políticos no entienden, o más bien, no quieren entender, de qué se trata la voz del pueblo y qué se pide; y nos van a criticar, nos van a etiquetar, nos van a descalificar, nos van a subestimar...y se van a seguir haciendo los boludos, pero nosotros ya no les compramos más eso... (me fuí un poco de tema).
Saludos!

JK Radmains dijo...

Concido con Julieta. Etiquetar es fundamental a la hora de ordenar nuestros conceptos e ideas. Otra cosa es que muchas veces se utilizan estas etiquetas como insulto y desprecio al contrario.

"Antisistema" (que da idea de algo violento, negativo) y "perroflauta" (que da una imagen de suciedad, de poca seriedad) son las dos etiquetas más utilizadas por los medios filo-fascistas a la hora de atacar a los "indignados". Suyo es el poder, nuestra la ilusión.

n.S. dijo...

Justo el otro día hablábamos de esto, hoy, portada de menéame.

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails