Contemplo estos días, con estupefacción y, por qué no decirlo, acojonamiento, cómo se desarrolla la campaña en este, nuestro País, y los acontecimientos en ésta, nuestra Comunidad (Europea). De pronto, se acabó la crisis griega, y la deuda italiana, con Monti al frente, ya no parece tanta deuda, ¡qué fácil era!¡viva Europa! Sí, que viva, pero ¿a costa de qué? Hemos dejado al margen a los políticos (que en principio no parece mala cosa) para dejar paso a los tecnócratas, uno de ellos el expresidente del BCE, nada más y nada menos. Esto, como diría mi abuela, “es dejar Málaga para meterse en Malagón”. Asumir que un tecnócrata puede llevar la dirección de un país es asumir que lo único que importa al fin y al cabo es que salgan las cuentas, que cuadre la economía de dicha Nación y en este caso las de la Unión Europea. ¿Lo demás? Secundario. Ya no hay reparo en disimular, aquí lo que importa es que la pela es la pela (sustitúyase por el euro). Escuchaba el otro día una entrevista de Mariano Rajoy en la SER, donde en un alarde de sinceridad alocada teniendo en cuenta su manifiesta ambigüedad, reconoció que lo único que no tocará serán las pensiones (veremos si es cierto) y que lo primordial aquí es salvar la economía “cueste lo que cueste”, lo demás, como por ejemplo los recortes específicos o si pactará o no con Durán i Lleida es “Literatura y cosas menores” (Ojo al comentario culto del gachó).
Todavía tendría que conformarme, porque aquí al menos podemos ir a votar, malamente, pero podemos. Pero ¿y Grecia e Italia? ¿Desde cuándo tras una dimisión de un presidente/primer ministro no se disuelven las Cortes y se convocan elecciones? Los argumentos sangrantes, esgrimidos por los mandamases y todos aquellos que defienden la colocación de los tecnócratas, son que esto es una situación crítica y la única manera de salir de este agujero, ante el fracaso de las acciones políticas previas, es tomar este tipo de medidas, pero que en cuanto esté normalizada la cosa, se restaurarán los cauces de la Democracia. No sé si alguien, aparte de algún periodista, ha reparado en lo familiar que resulta esta justificación. Si no es así, basta con echar un vistazo a cualquier argumento proporcionado en Golpes de Estado diversos llevados a cabo a lo largo de la Historia. Es la explicación por excelencia de casi todos ellos: “hemos dado un Golpe porque el país estaba al borde del abismo. Es por el bien de todos y la normalidad se restablecerá tan pronto como sea posible”.
No logro encontrar mucha diferencia.
Me parece que la palabra vergonzoso se queda muy pero que muy corta, pero la acción es una broma, comparándolo con la reacción: absoluta indiferencia. La gente parece como anestesiada bajo un argumento tan absurdo como “¿para qué voy a molestarme si no puedo hacer nada?”. ¡Coño! yo individualmente a lo mejor tampoco puedo, pero ¡al menos me indigno, no me da todo igual! y ese es siempre el primer paso. Me parece flagrante que en menos de dos generaciones hayamos encontrado la Democracia como si de un oasis en medio del desierto se tratara, para después ver cómo desaparece ante la más absoluta pasividad. El tema de la política parece incómodo, ya no se habla, nadie se queja y los que lo hacen son menospreciados y resultan molestas sus manifestaciones y reivindicaciones. Debe ser que te impiden llegar puntual a que te exploten en tu trabajo, si es que tienes uno.
Me responden que a la gente lo que le importa es poder salir de copas, ir a cenar, tener un Smartphone…tener una buena vida, vaya. Pero nadie se plantea que no es un derecho irrevocable el vivir bien. Debería, pero no es así, y cuando te quieres dar cuenta, no es que nadie te prohíba vivir de esa forma, no hace falta llegar a una dictadura, simplemente no te lo puedes permitir. O simplemente te hacen trabajar gratis (Inglaterra). O simplemente te quitan la prestación por Dependencia (España) O simplemente te recortan derechos y prestaciones de tal manera que apenas puedes sobrevivir (Grecia). O simplemente te obligan a que salves un banco. O simplemente te apalean por manifestarte (Barcelona, Nueva York, etc.) O simplemente te ponen un nuevo Presidente del Gobierno de la noche a la mañana sin consultarte (Italia y Grecia).
Hay que reflexionar, sí, pero mucho más allá del domingo.
Todavía tendría que conformarme, porque aquí al menos podemos ir a votar, malamente, pero podemos. Pero ¿y Grecia e Italia? ¿Desde cuándo tras una dimisión de un presidente/primer ministro no se disuelven las Cortes y se convocan elecciones? Los argumentos sangrantes, esgrimidos por los mandamases y todos aquellos que defienden la colocación de los tecnócratas, son que esto es una situación crítica y la única manera de salir de este agujero, ante el fracaso de las acciones políticas previas, es tomar este tipo de medidas, pero que en cuanto esté normalizada la cosa, se restaurarán los cauces de la Democracia. No sé si alguien, aparte de algún periodista, ha reparado en lo familiar que resulta esta justificación. Si no es así, basta con echar un vistazo a cualquier argumento proporcionado en Golpes de Estado diversos llevados a cabo a lo largo de la Historia. Es la explicación por excelencia de casi todos ellos: “hemos dado un Golpe porque el país estaba al borde del abismo. Es por el bien de todos y la normalidad se restablecerá tan pronto como sea posible”.
No logro encontrar mucha diferencia.
Me parece que la palabra vergonzoso se queda muy pero que muy corta, pero la acción es una broma, comparándolo con la reacción: absoluta indiferencia. La gente parece como anestesiada bajo un argumento tan absurdo como “¿para qué voy a molestarme si no puedo hacer nada?”. ¡Coño! yo individualmente a lo mejor tampoco puedo, pero ¡al menos me indigno, no me da todo igual! y ese es siempre el primer paso. Me parece flagrante que en menos de dos generaciones hayamos encontrado la Democracia como si de un oasis en medio del desierto se tratara, para después ver cómo desaparece ante la más absoluta pasividad. El tema de la política parece incómodo, ya no se habla, nadie se queja y los que lo hacen son menospreciados y resultan molestas sus manifestaciones y reivindicaciones. Debe ser que te impiden llegar puntual a que te exploten en tu trabajo, si es que tienes uno.
Me responden que a la gente lo que le importa es poder salir de copas, ir a cenar, tener un Smartphone…tener una buena vida, vaya. Pero nadie se plantea que no es un derecho irrevocable el vivir bien. Debería, pero no es así, y cuando te quieres dar cuenta, no es que nadie te prohíba vivir de esa forma, no hace falta llegar a una dictadura, simplemente no te lo puedes permitir. O simplemente te hacen trabajar gratis (Inglaterra). O simplemente te quitan la prestación por Dependencia (España) O simplemente te recortan derechos y prestaciones de tal manera que apenas puedes sobrevivir (Grecia). O simplemente te obligan a que salves un banco. O simplemente te apalean por manifestarte (Barcelona, Nueva York, etc.) O simplemente te ponen un nuevo Presidente del Gobierno de la noche a la mañana sin consultarte (Italia y Grecia).
Hay que reflexionar, sí, pero mucho más allá del domingo.
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