El Gin Tonic. Ese preparado que progresivamente se ha ido comiendo el mercado del consumidor nocturno de combinados espirituosos de entre 25 y 45 años. El usuario de locales modernos/gafapastosos/directamente pijos debe realizar un laborioso estudio previo para escoger cuál de las miles de marcas a su disposición va a desear en ese preciso momento, amén de ser capaz de combinar de manera armoniosa las notas de cada posibilidad de trago tanto con la tónica a elegir como, en el caso de los más avezados, con los ingredientes con los que potenciar las características de cada tipo de botella.
O eso o hacer caso a quien te sirva (que normalmente es mujer y suele ser de buen ver).
Mi primera experiencia con la ginebra data de los primeros mortales ataques a mi hígado (y cerebro) con los que me perpetraba cuando aún era bastante crío. Compré con uno de los co-autores de este blog y con otro compañero de fatigas una botella con la etiqueta más infame de la que disponía el dependiente oriental de la tienda/tugurio que más cerca nos pillaba en ese momento. Ahí llevamos a cabo uno de los episodios más innobles de nuestra historia alcohólica, cuando dos de nosotros echaban a un tercero tumbado boca arriba (semi desnudo, en una bañera) el contenido de dicha botella "a las bravas", dando de esta manera pie a un posible inicio de cirrosis que aún tardaremos en atisbar.
También fue ése el inicio para mí del conocimiento de los principios conductistas; el tercer integrante de ese infastuoso equipo no pudo volver a acercarse a los labios/fosas nasales tal alcohol so pena de vómitus inmediatus.
Anteriormente, esta bebida solía ir asociada a viejos, borrachos y putas. Así, tal cual. Beber ginebra era considerado beber colonia, veneno, matarratas, desinfectante. Si querías hacer el burro comprabas ginebra. Si no quedaba otra cosa, pues te armabas de valor y te la trincabas. Si le echaban ginebra a la sangría de tuna de la facultad de medicina de la UAM, ya pensabas que eso era pasarse. De entre mis recuerdos de pre/post-adolescencia (bueno, si se me acepta que ya he pasado la "etapa post"), adolezco de alguno en el que viera a alguien alrededor de mí pidiéndola. Por otro lado, según me cuentan, yo aún soy recordado por unas personas a las que sólo vi una vez por el que se trincó lo que quedaba de una botella que llevaban 5 años intentando gastar.
Pero no estoy aquí para hablar (demasiado) de mí, volvamos al tema.
Y es que lo del Gin Tonic en nuestro país está saliéndose de madre. Por ejemplo, Alberto Pizarro, considerado el mejor coctelero nacional y ganador del campeonato del Mundo, comenta que "Lo que está pasando en España con el gin-tonic no está pasando en ninguna parte del mundo. España es el segundo país consumidor de ginebra, por detrás de los filipinos: se vende una caja de ginebra filipina cada veintidós segundos". Y es que los españoles cuando nos ponemos, nos ponemos.
Sobre su origen, habría que remontarse a 1638, momento en que habría constancia de que se pudo curar de malaria a la Condesa de Chinchón utilizando quinina. Posteriormente, así como un siglo después, se descubriría que añadiendo quinina a la soda carbonatada de naranja (mezcla atribuída a Johann Jacob Schweppe) se podía preparar una bebida que servía de medicamento para combatir tanto el paludismo como la ya mencionada malaria. Sí, nació entonces la tónica (no la ginebra, que alguno lo habrá pensado).
Dio entonces la casualidad de que el ejécito inglés las estaba pasando putas por este motivo en su expansionismo colonial por la India, así que, voilá!, algún médico avispado ató cabos y comenzó a recetar esta bebida a las tropas. Ya el añadirle ginebra, bueno, fue por una parte para mejorar el sabor, por otra para que las tropas mantuvieran sus niveles de valentía intactos en todo momento.
Recordaré ahora la receta clásica del Gin Tonic, según un par de referencias que he mirado:
- 4.5 cl de ginebra (onza y media)
- 20 cl de tónica
- Hielos
- Un par de trozos de piel de limón
- Copa de balón grande ("que nos quepa la nariz", lo cual, en mi caso, me obliga a beber en un barreño)
Un vídeo ilustrativo, con una muy buena ginebra (según me han comentado; eso sí, en el vídeo añaden enebro):
Aunque mi padre siempre me ha dicho que el Gin Tonic de verdad de los de antes era casi todo ginebra y luego un poco de tónica, y pa´dentro.
Acerca de las innumerables combinaciones que pueden realizarse entre ginebras, tónicas y añadidos extras, me remitiré al gusto de cada uno. Bien es cierto que meterle a un Gin Tonic pétalos de rosa, regaliz, hierbabuena, granos de café, canela... puede parecer raro, y puede llegar a, cómo decirlo, desvirtuar en cierta manera el sabor original de la propia bebida en sí. Pero, ¿qué importa si está bueno? En principio las mezclas que se realizan se suelen hacer teniendo en cuenta la manera en que pegan entre sí los diferentes ingredientes, así que ¿por qué no?.
Imagino que aquí me influye mi tendencia a pensar en el "hay que probar de todo", pero es que cerrarse en banda a beber posibles tragos satisfactorios por el mero hecho de traicionar una etiqueta me parece un poco pobre de miras.
Podría ampliar mi opinión a las nuevas tecnologías aplicadas al mundo culinario y a quienes se escudan en que "prefieren una tortilla de patatas de su madre que probar esa cosa extraña", pero eso sería salirse de la tónica y la ginebra.
Centrándonos en posibilidades actuales... pues infinitas. No puedo hacer una clasificación ni nada que se le acerque ni de ginebras, ni de tónicas ni de locales en los que beberlos; sería absurdo que lo intentara, estoy muy alejado de ser mínimamente un experto en la materia. Sólo sé que a mí en los sitios a los que he tenido la costumbre de ir habitualmente para consumir el Gin Tonic siempre me han tratado con mucho mimo y paciencia (lo cual, siendo yo, siempre me ha resultado sorprendente...).
Sí puedo dar un par de trazos de opinión personal:
- Sé que mi ginebra base es la Tanqueray (de precio asequible), y si puedo la Tanqueray nºTen; sé que tengo que huir de la Bombay Shapphire; sé que la BlackWood´s 60% me encantó; sé que la Citadelle me pareció demasiado dulce; sé que las London NºX, la Nº209 y la Martin Miller´s son más que respetables; sé que la famosa combinación Hendricks con pepino no fue de mi gusto; sé que puedo pedir uno de Beefeater que si no hacen nada raro no me pasará nada malo; sé que la Mombasa tengo que probarla.
- Sé que la Schweppes da el pego bastante bien; sé que, aunque suene raro, la tónica del Día también; sé que la Fever Tree es mejor y más cara que las anteriores, pero que la Nordic Mist es peor y también más cara; sé que la tónica Schweppes Limón (no el refresco) me puede hacer un buen apaño (aunque sea un sacrilegio); sé que mejor de botellita que de bote.
- Sé que si tengo que ir a una tienda a asesorarme iré a The Cocktail Room; que por calidad-precio el Patatus resulta una buena opción (sí, se llama así), y también el Covent Garden; que en la Casa del Pez también me aconsejaron bien; que iré a probar los de La Ruleta; y que, en definitiva, en Madrid hay una oferta tal que me resulta en este momento inabordable por no vivir en este momento en esta bella ciudad.
Ah, por Pamplona, sin dudas, el Che, en la calle Olite.
Y eso es todo lo que puedo aportar. Más os vale tomaros una a mi salud, mequetrefes desvergonzados (bueno, si es a mi salud, mejor dos).
Chin-chin! (mirando a los ojos, que si no, no se folla)
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Hace 11 meses
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