Tarde de cualquier domingo madrileño de cañas por la Latina. Entramos en un bar atestadete de gente gañanaza, y de cuyo nombre no me acuerdo. Grasa en la barra, olor a humo y oferta de bravas de Amstel... "Esto es lo que nos gusta a nosotros!" pensamos. Me acerco a la barra y un muchacho cuyo nombre comienza por C me atiende. No me saluda, "tampoco lo necesito" pienso, no me atiende con cortesía "bueno..." pero me llama la atención cómo su torva mirada se desvía cuando hago el gesto de pedir "tres cervezas por favor", hacia cualquier furciaca cuyas pintas no recuerdo.
"No pasa nada, es un bar lleno de gente y el chico tiene mucho lío", pienso. Se acerca el camarero senior y le pido nuestra consumición. "C. por favor, ponle tres botellines a estos chicos". No mira a su jefe, no me mira a mí y creo que no nos ha oído cuando se acerca a la cámara frigorífica y saca tres dorados vidrios lleno de nuestro amado veneno. "Le has metido un gol a la educación, colega, eres el Messi de los malos modales". 1-0
Normalmente mis amigos me dicen de forma burlona que estoy particularmente adaptado para moverme y desempeñarme por lugares y con gente de dudosa corrección lingüística y peores modales. Y es cierto que a mí eso no me molesta. Ya sea porque nuestras vidas corrieron por derroteros distintos tras el colegio, ya sea porque por mi carrera y estudios he aprendido a ser afable, cordial y sacar lo que pueda de todo hablar con todo el mundo, o, simplemente, porque yo soy así. El caso es que por pura comodidad me han relegado a la putadesca función de tener que pedir lo que vamos a tomar en los bares, tarea que con más motivo hago cuanto más sucio y gañán parece el local en cuestión.
Pero yo no estaba preparado para C. No ese día. Contándonos nuestras vidillas y anécdotas de manera jocosa y jovial acabamos nuestros fétidos botellines y decidimos pedir una oferta. "6 botellines + bravas, 9 euros", que vemos en un cartel. Eso también es lo que nos gusta a nosotros. Y como yo estaba más cerca y había tratado ya con el individuo, me dieron mis amigos de nuevo las funciones de enlace y traductor contra C. Me cuesta lo mío que el colega me atienda, cosa que no me tomo a mal dada la piara en la que se había convertido la clientela del bar en ese momento. Hablo alto, muevo mi mano, gesticulo...y al fin logro hacer que me vea y venga.
Como los saurios más básicos, solo atiende a estímulos fuertes: sonidos y movimientos. A esa conclusión llegué cuando viene a mí y le pregunto por la oferta del rótulo en cuestión. "Pues es fácil, mira, lee el cartel" me dice... A lo que Jose piensa "ya sé que es fácil, y más para mí, leer, amiguete, cosa que dudo que tú puedas hacer con tanta soltura y eficacia". Las palabras no han servido de nada, ni la educación. C. me gana ya 2-0
"No, no, qué cómo va, que si son botellines, tercios..." Comprende de una jodida vez que sé leer, mejor que él, porque por la forma en la que hago mi pregunta inquiere que me he enterado perfectamente de todo y que he cogido al vuelo las 5 palabras y 29 caracteres que la unívoca oferta hacía, que se la estoy pidiendo, y que quiero negociar el que no nos ponga 6 botellines de golpe.
Me doy la vuelta ya con los botellines y bravas. Seguimos sacándole jugo a nuestras vidas a base de risas y cervezas y C. nos pone de manera exitosa y fructuosa la segunda tanda de botijos. "Let´s go out", hora de irse. Las frustraciones pasadas de mis encuentros comunicacionales con C. me han frustrado y agotado de tal manera que pido a uno de mis amigos que, por todos los santos, pida él la cuenta. Pero me acuerdo de Marv (¿¿era Marv o Hartigan??) cuando dice en Sin City "se acabó lo de actuar con discreción", así que le pido a C. que nos cobre. Obviamente, su escasa motivación, capacidad y distraída atención hacia el tetamen del lugar, hace que se equivoque. "El velociraptor sabe abrir puertas, C. no sabe hacer cuentas", pienso yo cuando rubrica con su palabra los 9 pavos de la oferta sin darse cuenta de la consumición que a modo de primera ronda habíamos hecho.
Pagamos con un billete de 20 y salimos de najas del garito en cuestión con las vueltas bien devueltas, 11 euros. Algo te hemos remontado, C., 2-1 gana la zafiedad a la picaresca, pero ese golito en el descuento nos supo más a gloria que a bilis tus malos modos y escaca capacidad de trabajar como camarero. Como cuando Leónidas le abre la carita a Jerjes en 300, esa lanzada le duele al persa más que al espartano la muerte. Ese gol nos sabe a gloria bendita y a 4 pavos de ahorro. Tú los vales C.
6 comentarios:
Pues yo más que picarme con C (que te ha "invitao" a unos botellines) me mosquearía con esos supuestos "colegas" que te hacen comerte el marrón de pedir en la barra (una de las tareas más desagradecidas que hay).
Yo sólo pido en la barra para mi o para mi novia.
Si esto va por contextos. A mí no me gusta pedir nunca, pero cuando voy con una o varias amigas yo soy el que pide, supongo que por reminiscencias "caballerosas" de otras épocas. Cuando quedamos nosotros, pues intento no hacerlo.
Si el baron de la birraca un día pilla y nos dice "hijos de puta, ya me he cansado, pedid vosotros", sin duda que lo haría sin ningún tipo de problema, pero es que hemos tenido casos en los que auténticamente él era el único al que entendían, por torpeza mía y de n.S., claro.
Lo digo por lo de supuestos "colegas", que, pese a entender el comentario, no puedo compartirlo. Si nuestra amistad se basara en pedir en la barra, vamos jodidos, si se basa en otras cosas, algo sí, pero no tanto.
Un saludo.
Radmains! Yo era uno de los colegas, y es que... a mí los camareros no me entienden! hablamos diferentes idiomas!
A mi no me importa pedir en el 95% de los casos Radmains, y menos aún cuando da para anécdotas que deben ser contadas
D'acuerdo, d'acuerdo. Si es vuestro sistema y funciona no hay más que decir :D
Aunque sigo pensando que el señor C no era tan malo. Si os hubiese cobrado 4€ de más entonces yo sería el primero en cogerme el avión a Madrid para zurrarle de hostias al cretino ese.
Radmains, no le busques tres piés al gato, cuando yo voy con mis colegas por ahí, hay veces que cada uno pide lo suyo, otras veces pide mengano, otras veces pide fulano, etc etc etc. No creo que exista una pandilla que tenga a alguien designao única y especialmente para pedir las cosas en un bar :S.
Y con respecto a la historia del Barón de la Birraca, tengo que decir que según tú perdeis por 2 a 1, pero si hubiese sido yo, ese último gol a favor habría valido el doble por lo menos :D
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