La cobardía de reírse de un ciclista

miércoles, 16 de junio de 2010
Ayer intenté subir al puerto de Guadarrama y fracasé; la historia es para otro día. Hoy me quiero quejar (porque hace ya mucho que no lo hacía) de una cosa que me pasó mientras subía al puerto.
Iba por el arcén muriendo del cansancio, concentrado en la línea blanca del asfalto, dando una pedalada tras otra, cuando una furgoneta gris me adelantó a toda velocidad, obviamente a menos del metro y medio reglamentario. Para rematar la jugada, el copiloto sacó la cabeza por la ventanilla mientras me adelantaba y me gritó al oído "¡BUH!".
Lo que podría parecer una gracia podía haber acabado muy mal para mí. Estaba muy concentrado en dar una pedalada tras otra siguiendo la línea del arcén, y el grito del copiloto me asustó muchísimo. Por suerte tengo la sangre fría y no di más que un pequeño tumbo a la derecha.
Me enfadé muchísimo. Podía haberme caído, podía haber perdido el equilibrio y haberme ido al medio de la -mortal- carretera M-601. En vez de estar escribiendo este apunte en el blog uno de mis dos compinches podía estar relatando mi muerte.
Esto me enfadó, pero lo que más me enfadó fue la impunidad con que el cobarde se dio a la fuga. ¿Quieres reírte de mí? Bien. Pero ten valor para hacerlo en mi cara, para esperar una respuesta mía. Es muy fácil reírse de alguien y salir corriendo a 100km/h.
Y os aseguro que en ese momento mi enfado era tal que, como dice Octavia de la serie Roma, le habría arrancado la yugular con mis propios dientes.
Y luego, lo de siempre. Cada vez que hablo con alguien me dice que los ciclistas van que no respetan nada, que se saltan los semáforos. Que van como quieren, que se meten por las aceras.
Es posible, pero hasta ahora nadie me ha contado que un ciclista se mofe en la cara de nadie y salga corriendo como una rata.
Ante todo, los ciclistas somos personas. Respeto, por favor. Respeto a nuestra dignidad y a nuestro derecho a ejercer nuestra libertad: podemos ir por la carretera, por la calle y por donde nos apetezca, porque nuestras leyes dicen eso. Y nadie tiene derecho a reírse de nosotros, ni a molestarnos.
Por todo lo demás, un ciclista no es una raza diferente: también somos peatones, muchas veces conductores de coche, camioneros, trabajadores, jefes, padres, hijos, hermanos... y también blogueros.

No tiene ni puta gracia

4 comentarios:

eulez dijo...

No solamente es "ser personas", es que por la falta de respeto de algunos conductores, muera un montón de ciclistas en carretera todos los años. Mucho cuidado ahí fuera.

Anónimo dijo...

La verdad es que cuando veo un ciclista por la carretera me da miedo ajeno. Así que cuando voy en el coche y delante aparece persona en bici no paro de decir al conductor con el que vaya: cuidado, por favor, cuidado por favor....Y el conductor me obecede.
Pero, desgraciadamente, no todo el mundo goza de la empatía necesaria...

Kujavi dijo...

A mí lo que me ha pasado mucho últimamente es que gente me grita desde los coches mientras yo camino por la acera. Para ver si te asustas o te picas. Y claro, cuando vas a contestarles el coche ya está lejos.

La última fue unos tíos que iban medio tajaos y nos echaron agua a los que ibamos andando por la acera.

n.S. dijo...

Ya, a mí me echaron agua una vez también. ¿En qué coño están pensando?

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