Sujetar la puerta a una mujer en el banco

martes, 14 de septiembre de 2010
Yo soy de esos tipejos que cuando van al banco se ponen sus pantalones más ajados, e incluso nos ponemos a pintar alguna puerta en casa para poder acudir a nuestra visita pecuniaria con las manos bien embadurnadas de pintura.
Todo esto porque el banco nos parece un sitio demasiado higiénico para lo que es, un sitio donde la gente va demasiado encorbatada para lo que son; en definitiva, un sitio al que se va vestido de gala donde se roba a cascoporro. Solo comparable con el parlamento.
Pero lo que he visto hoy ha superado mis expectativas.
Efectivamente, iba con mis pantalones de granjero y el pelo bien sucio y me disponía a entrar en el banco por una de esas puertas dobles antirrobos por las que solo puede pasar una persona a la vez y pulsando un botón, pero que no deben funcionar muy bien porque de lo contrario no dejarían pasar a los banqueros. Al lado de esta puerta había otra de las de siempre, de visagras, con una señora empujando un carrito bajo sus jambas, luchando denodadamente contra el peso de la hoja.

La puerta de mi banco

Como mi abuelo me enseñó a fuerza de capones a ser un galán, me he abalanzado hacia la puerta dichosa para dejar pasar a la señora y al churumbel; ella, en vez de con un sencillo "gracias" me ha contestado algo que mi oído ha encontrado inescrutable, debido a una inompatibilidad de su dialecto con el mío. Lo único que he entendido era la palabra "puerta", algo obvio por la situación; por lo demás, la mujer no ha avanzado ni retrocedido, sino que se ha quedado en el umbral, perenne como un pino.
El leguleyo que había sentado en una de las mesas de detrás me lo ha aclarado con una desagradable interjección:

"que me cierres la puerta"

Al fijarme, he visto a toda la sucursal estaba expectante de a ver qué pasaba con la puerta. Me imagino que se habrán sentido vulnerables al ver que nada, ni siquiera sus milagrosas puertas antirrobo, les separaban de un señor despeinado en pantalones piratas.
Es que la galantería está reñida con esto del capitalismo, oye.
Os dejo con un video que lo resume todo:

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerda que lo que te lleva a abrirle la puerta no es la galantería, ni siquiera la mínima camaredería entre seres humanos, sino el machismo ancestral que todos los hombres -por ser portadores de pene- llevamos dentro.

n.S. dijo...

tío, que estaba empujando un carrito, realmente no podía salir bien. Además, era una gorda fétida. Pero todo es posible.

nujki dijo...

Menéame--> ¿¿¿que a ver si estudias narrativa???jajajaja, me parto!

n.S. dijo...

mola, eh? Me han dado ganas de mandarle al orto, pero me he contenido. Si supiese que en realidad la narrativa la he estudiado de pe a pa... Otra cosa no, pero eso, y la puta ortografía...

Silviaela dijo...

Muy bueno! jaja Me ha gustado la conexión entre el capitalismo y la galantería :) very smooth

nujki dijo...

a lo mejor le deberías haber dicho que el que no entiende de narrativa es él, porque simplemente no ha pillado por dónde iba el relato...pero siguiendo en la línea de la galantería del suceso del banco, es mejor dejarlo así :P

n.S. dijo...

Lo que no entiendo es... ningún voto (solo han votado amigos), y sin embargo, más de 400 visitas. Creo que nos boicotean el blog en meneame, si no... que alguien me lo explique. De todas maneras, somos unos grandes (y yo un creído).

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