En los tres o cuatro años que jugué al baloncesto en la liga municipal y, más tarde, en la federada y la universitaria, descubrí que hay dos momentos difíciles del deporte. El primero, es aceptar la derrota como algo natural e intrínseco al juego: sin derrota no hay victoria.
Pero por supuesto, la derrota también puede ser dulce. El verdadero adversario no es nunca el rival, sino uno mismo. El deporte consiste en mejorar, perfeccionar el físico y la técnica, lograr la mejor compenetración posible con los compañeros. Se puede perder, pero se puede perder como los 300 espartanos, dándolo todo, presentando lucha hasta el final. Recuerdo algunos partidos en los que a pesar de perder abrumadoramente mis compañeros siguieron jugando como leones hasta el pitido final. Y después, darle la mano al vencedor, irse a las duchas tristes, pero orgullosos Eso es tener buen perder.
Por suerte, mis compañeros solían ser de buen perder. En otros equipos pude ver todo tipo de reacciones frente a la derrota, desde risas ("¡qué malos somos!"), lágrimas ("pensábamos ganar la copa, pero han jugado mejor ellos") y más raramente, indignación violenta ("habéis comprado al árbitro, cabrones").
Pero lo que es verdaderamente difícil es saber ganar. En el deporte unas veces se gana y otras se pierde, pero los sentimientos del que pierde siempre se quedan en una situación más vulnerable que los del que gana, que siempre tiene la sensación de estar un poco por encima. En estos casos la respuesta deportiva es animar al contrario ("habéis jugado muy bien, estoy esperando jugar otra vez con vosotros"), quitarle un poco de hierro a la victoria ("madre mía, os hemos ganado por un pelo"), o el famoso tercer tiempo de los jugadores de rugby.
Pero lo más asqueroso del mundo del deporte es reírse y humillar al que pierde. Lo he visto demasiadas veces, y siempre he sentido un profundo desprecio por aquellos que no saben ganar. Saber ganar es más difícil que saber perder, pero infinitamente más necesario.
Ayer estuve viendo el partido Real Madrid - Barcelona en un bar en el barrio de Malasaña. No soy especialmente madridista (por cuestiones personales sigo al Ath. Bilbao, tengo un par de camisetas, juego con él en el Fifa y me sé de memoria la alineación). Pero soy madrileño. Si juega el Madrid contra otro equipo bueno me gusta verle jugar, y me emociono un poco si gana. Cuando estuve viviendo en Bucarest me gustaba mucho el Rapid, incluso fui a ver un partido. Por supuesto, eso no me convierte en un ultra, en un fanático ni en un hooligan. Para que me entendáis: me gusta ver el fútbol como me gusta ver Olimpia de Leni Riefenstahl. Ver a todos los rubios alemanes enseñar su físico espectacular y la arquitectura del estadio de Nurember. Pero eso no me convierte en un nazi. ¿Entendido? Animar al Madrid de vez en cuando no me convierte en Ultrasur. Cuando jugó el Madrid con el Bilbao hace dos o tres semanas y perdió 3 - 0 unos chavales me dijeron algo por la calle. Les contesté con una sonrisa y nada más.
Volviendo al hilo, quedé con unos amigos en este bar. No lo sabíamos, pero estaba lleno de seguidores del Barça. Durante una hora y media tuve que aguantar comentarios del tipo "Cristiano hijo de puta" "levántate maricón" cada vez que le hacían una falta a alguien del Madrid. Claro que DiMaría se tiraba todo el rato, pero ese sector del bar no paró ni un solo minuto de insultar a los jugadores del Madrid. Era bastante irritante.
Tonto fui por no irme de allí en el medio tiempo, pero es que la cosa no había hecho más que empezar. Cuando expulsaron a Pepe (el "hijo de puta asesino de Pepe") la cosa se empezó a calentar. Unas idiotas borrachas madridistas no pudieron aguantar más y casi se pegaron con la bocazas. Desde entonces los insultos subieron de tono. Cuando Messi marcó el primer gol la chica culé les enseñó el dedo anular al grito de "jodeos, jodeos". Las borrachas se volvieron a lanzar sobre ella llamándola "moderna de mierda".
En el minuto '85 llegó una rubia que no había estado allí: "Pero si van 2 - 0! ¡En el Bernabéu! ¡Jodeos madridistas de mierda! ¡Meteos vuestra copa del rey por el culo!". Ya no pude más. Pagué y me fui.
Esta gente ha aprendido lo que es el fútbol ayer. Digo por qué: en ese bar obviamente no había NI UN SOLO CATALÁN. Eran todos madrileños del Barça, que les gusta ver cuando juega el Barça con el Madrid para poder reírse de los madridistas.
Eso no es deporte. Eso no es la competición. Eso es lo más triste del fútbol, convertir una victoria en una excusa para humillar y reírse de alguien.
Dice Eric Cantona que el mejor momento de su carrera fue cuando saltó el foso y le dio la patada voladora al hooligan. Ayer le comprendí.
5 comentarios:
Entiendo perfectamente de qué hablas.
Esa gente es impresentable.
En la primera vuelta fui a un bar de Guzmán el Bueno a ver el Barça-Madrid y viví lo inverso (pleno de hooligans madridistas). Es genial ver el fútbol con gente del rival para vivir el ambiente. Pero cuando se empiezan con "hijos de puta" y "meteos la copa por el culo"... me deja de gustar verlo.
A mí el fútbol me gusta verlo en casa o en el Estadio rodeado de gente de mi equipo. Las únicas experiencias que tengo viéndolo con gente del equipo contrario no fueron buenas.
En una ocasión una mujer -culé, pero supongo que eso pasa en todos lados- se puso a hacernos cortes de mangas y a insultarnos. Me pareció muy violento.
A todo cerdo le llega su San Martín.
Lo que sucede es que imbéciles los hay en todos lados y algunos de los madridistas no tienen educación, pero no es culpa del Madrid, es culpa de los tiempos que nos han tocado vivir.
un saludo.
Lo que dice Radmains es verdad.
Yo creo que es porque en general es difícil encontrar gente que respete a los demás, independientemente del equipo.
Un saludo a todos
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